Ella y los invitados estuvieron vestidos de luto y llevaron flores y oraciones en honor a Diana Ganchozo, quien murió en el terremoto del 16 de abril. La última vez que Chela vio a su hija con vida fue momentos antes de marcharse a su trabajo, en “Todo en Papelería” del centro comercial Felipe Navarrete. 

Diana estaba feliz. Se había comprado un vestido que usaría aquella noche en el matrimonio de su prima. Segundos antes de irse, escribió una nota en la que detallaba la hora y el tipo de medicamento que debían darle a su hija de un año. El vestido lo guardó en su cartera y se fue a trabajar. Diana fue encontrada dos días después del terremoto entre los escombros del destruido edificio, y varias de sus pertenencias estaban en su casillero. Quien la reconoció fue su padre, y le entregaron el cuerpo embalado en un ataúd que debió sepultar ese mismo día. 

 

>En el cementerio. Desde ese día, Chela visita la tumba de su hija en el cementerio de Tarqui tres veces por semana, pero aún no asimila por completo su muerte. 

Por ejemplo, cada noche espera que llegue a casa y que le cuente acerca de su jornada laboral. En ocasiones cree verla en el patio jugando con los siete perros que tenían como mascotas. Pero ni los perros están, porque seis de ellos murieron, y cree que fue por tristeza. 

Pero Chela no quiere olvidar la alegría que le daba su hija, y piensa seguir celebrándole el cumpleaños hasta el último día de su vida. Cuando la pena se apodera, recurre a la nieta que Diana le dejó. En ella encuentra los besos y abrazos que ansía darle a Diana.