Humberto contó que siempre visita la tumba de su hijo, pero que en octubre, antes de los Fieles Difuntos, acude para adecentar su sepulcro.
Para esto contrata a personal que ofrece estos servicios en el cementerio general.
Falcones, de 82 años, señaló que su hijo tenía 28 años y era padre de tres niños cuando le fue arrebatada la vida.
Ayer, en el cementerio de Santa Ana había varias personas ofreciendo sus servicios para el arreglo de las tumbas.
Uno de ellos era Erpidio Fernández.
Dijo que hasta ayer los ingresos eran mínimos, pero tiene esperanza de que en los siguientes días mejore el panorama para los “cazadores de clientes” en el camposanto.
Mencionó que desde hace nueve años realiza la misma labor y que en el 2015 la actividad era mejor económicamente a “estas alturas del partido”.
Acotó que no tiene trabajo fijo y además sufre de una discapacidad en el brazo izquierdo, producto de un accidente de tránsito.
En el Municipio de Santa Ana se indicó que se prepara un plan de contingencia para este feriado.
Se manifestó que hasta el próximo lunes los ciudadanos podrán adecentar los nichos de sus familiares.
Luego no se permitirá intervenciones y se sancionará a quienes desacaten esta disposición, se informó.
EN CHARAPOTÓ. Grupos a favor y en contra de la construcción del cerramiento en el cementerio general de Charapotó se reunieron para conocer detalles de esta obra.
En esta parroquia se realizó una audiencia pública en la que Manuel Gilces, alcalde de Sucre, explicó en qué consiste esta construcción.
“No vamos a mover ninguna bóveda”, aseguró el alcalde. Gilces expresó que han existido rumores sobre esta construcción.
“Aquí no se va a tocar un solo muerto”, recalcó.
El monto de esta obra es de aproximadamente 90 mil dólares.
Galo Chica, habitante de Charapotó, manifestó su inconformidad por esta obra. “Ese espacio que está fuera del cementerio nació con el camposanto, hace cientos de años, ese es un legado de nuestros antepasados”, dijo. Además, solicitó a las autoridades que la explanada del cementerio “quede como está”.
Carlos Demera, morador de esta parroquia, indicó que está a favor de esta obra, ya que mejorará el ornato del sector.
Decenas de habitantes dijeron que consideran el cerramiento una muralla. Carlos Andrade, vicepresidente de la junta parroquial, mencionó que bajo un reglamento del Ministerio de Salud Pública, todo cerramiento de cementerio debe tener paredes de ladrillo que midan dos metros.