Así, con la fanfarria del caso, tres últimos anuncios fueron efectuados durante el desarrollo de la sesión solemne que, con motivo de la conmemoración de los ciento noventa y seis años de la adhesión de Portoviejo a la gesta independentista de Guayaquil, se desarrollara el martes 18 de octubre pasado.

Es de ponderar lo acucioso del asunto, pero para muchos la situación no marcha como mejor pudiera ser.

Al parecer la intención de cambiar a la ciudad está siguiendo un proceso dirigido unilateralmente, desde la administración mayor de la municipalidad, con asesoramiento basado en estudios o sugerencias no muy apegadas a las costumbres o necesidades de la comunidad directamente afectada por los cambios a imponer en la urbe.

Porque los efectos de la transformación, de acuerdo a lo informado, serán duraderos por decenas de años, más allá de la existencia de los empeñados en realizarlos.

Y aquí está la pelotita: todo cambio repercutirá o afectará el futuro de la comunidad capitalina y de las generaciones actuales y por venir.

Y aquí viene la preguntita: ¿socializaron ampliamente la operación arquitectónica y de uso y ocupación de suelo que desean realizar en el cuerpo de la colectividad, así como sus afectaciones a la misma? Porque no se trata de una casita o parquecito; se trata de grandes extensiones urbanas a ser sujetas a cirugía plástica y reconstructiva. Y el dueño del cuerpo debe ser consultado.

Aclaro: lo de la consulta amplia se refiere a conversaciones, exposiciones y apreciaciones con los organismos rectores de los detalles a implantar en la ciudad, como son los colegios de arquitectos, urbanistas, de ingenieros civiles, de economistas, entre otros; al igual que con organismos de la producción como la Cámara de Comercio, pequeños industriales, juntas cívicas o barriales, por citar como ejemplos.

Ellos, parte de las fuerzas de desarrollo, activos y diarios luchadores del progreso y adelanto de la urbe, que sufren y sudan la convivencia social progresiva, son los beneficiados o perjudicados directos de lo que se haga o deje de hacerse. Tienen el mejor pulso de lo que conviene o no a la ciudadanía. De sus necesidades.

Pregunto: ¿cuánto ha intervenido esta fuerza productiva con sus profesionales, en la elaboración de los proyectos anunciados?

Se requiere abandonar la todología y ampliar el derecho al diálogo, que se ha extraviado. Así el acierto o el error será compartido.