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Crónicas de Miriam: la madre de Jesús
Crónicas de Miriam: la madre de Jesús
Por: Bernardo Avellán Vélez
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Jueves 29 Septiembre 2016 | 04:00

Una de las mujeres más significativas en la historia es María, la madre de Jesús.

Miriam, llamada María por la cristiandad, era el nombre original hebreo, que significa doncella o princesa. María nació en Nazaret. Sus padres fueron Joaquín y Anna. María era de familia sacerdotal, descendiente de Aarón; Isabel, madre de Juan y esposa del sacerdote Zacarías, era su prima (Lucas 1,5; 1,36). 
Según el evangelio de Santiago (apócrifo), los padres de Miriam era una pareja acomodada, pero estéril. Joaquín fue impugnado  por los miembros del sanedrín al llevar su ofrenda al templo, por no tener descendencia. 
Desconsolado, Joaquín no volvió a su casa, sino que se dirigió a un monte, en un prolongado ayuno de 40 días, donde invocó al  Dios de Abraham, solicitándole que le concediera un hijo. Anna, mientras tanto, lloraba su frustración por no tener descendencia. 
Según el relato bíblico, el arcángel Gabriel se les apareció anunciándoles que sus ruegos habían sido escuchados por el Padre. Anna prometió dedicar el niño al servicio de Dios y cumplidos los nueve meses dio a luz a una niña a la que llamó Miriam. 
A los tres años sus padres la llevaron al templo para su consagración a YHVH. La niña vivió en el santuario hasta el cumplimiento de sus 12 años.
Joseph (José)  descendiente de la tribu de Judá era primo lejano de Miriam por línea paterna, pues sus respectivos padres (Jacobo y Joaquín) eran de la misma tribu, se acostumbraba a no elegir a cualquiera para desposar a una joven, y más todavía a una mujer como Miriam de una connotación especial.  
La promesa de que un Salvador debía provenir de la tribu de Judá era vigente (700 años a. C.), pero no todos los antecesores de Jesús que fueron de la tribu de Judá eran justos. No obstante la línea materna de Miriam, debía mantenerse invariablemente pura. 
Las mujeres escogidas para estos propósitos debían ser recipientes puros para mantener la promesa. La tribu de LEVÍH fue escogida para continuar con la línea materna del Salvador; las doncellas de las cuales descendía Jesús debían casarse con hombres levitas, como lo fue Elizabeth, la madre del Bautista.
Las niñas levitas eran criadas alejadas de impurezas; se las enviaba a los templos para educarlas hasta cuando fueran adolescentes y se las desposara, pues la misión primordial de los israelitas era casarse y tener hijos. En realidad, el hecho de que la Sagrada Familia fuera auténtica y casta sugirió la idea después de consagrarse enteramente a Dios.
Miriam, de entre las doncellas levitas fue la más pura y perfecta; debía cuidar y guiar al futuro Redentor. Se dice que los patriarcas del pueblo hebreo tuvieron visiones con respecto a esta especial niña. Ellos al igual que sus sucesores, siglos más tarde también la llamaron la “niña de la promesa”.
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