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Ancestral
A ritmo de marimba

La música de marimba es, sin duda, la más representativa de Esmeraldas.

Viernes 23 Septiembre 2016 | 04:00

 Este instrumento hecho de caña guadua lleva muchos años ofreciendo su melodía. Existen relatos de su existencia en el siglo XVII por fray Juan de Santa Gertrudis, hechos desde Telembí, Esmeraldas, a la orilla del río Cayapas, según se cuenta en el libro “La marimba como Patrimonio Cultural Inmaterial”, de Pablo Minda Batallas. 

La música de la marimba se acompaña de los cununos (tambores), bombos, el palo, los mazos, las maracas, y de esta salen cantos y géneros musicales.
Minda Batallas señala en su texto que con la marimba tradicional se interpreta varios cantos y géneros musicales, como Caramba, Bambuqueada, Caramba cruzada, Bambuco el pescador, Agua larga, Torbellino, Fabriciano, Chafireña, Andarele, Polca, Mapalé y La Caderona.

Cantos y géneros.  Uno de los ritmos principales de la marimba esmeraldeña es el Agua larga, que incluso se utiliza para afinar el instrumento.
La Caramba es un ritmo afroesmeraldeño que, según Segundo Quintero, un viejo músico esmeraldeño, a quien cita Minda en su obra, tiene un sonido especial, y son las bailarinas quienes mediante la danza y la coreografía le dan forma.
Por otro lado, en la Caramba cruzada son los bailarines quienes van trazando con el baile su característica forma cruzada -de ahí el nombre-, desplazándose en parejas de un extremo a otro.
La Caramba bambuqueada es la que se baila de frente y hay una parte en que se da vuelta alrededor de la mujer y después se hace el careo (mirarla de frente, como desafiándola).  
 
Valentía. “Fabriciano es una especie de pasillo corrido. Su texto y coreografía son considerados por muchos como una exaltación a la galantería y la valentía del negro, aunque, en nuestra opinión, crea un estereotipo del personaje como un ser violento y descontrolado”, se dice en el libro “La marimba como Patrimonio Cultural Inmaterial”, según publicó diario La Hora.
El canto habla de un hombre (Fabriciano) que aparece borracho en un baile, donde está su esposa danzando con otros hombres; este monta en cólera y empieza a blandir el machete, intimidando a todo el mundo. Este arte se escenifica, por lo general, con los machetes que son blandidos en señal de amenaza.
En tanto que el Torbellino es un género vivencial que narra las travesuras de un niño que, por malcriado y grosero, es llevado al monte por un ser mitológico (la tunda). Ante tal pérdida se forma una algarabía entre familiares y allegados, que salen a buscarlo con bombos, cununos y cantando. 
La bailarina Lubis Minda, citada en la publicación, indica que el nombre de torbellino viene de las figuras envolventes y grandes torbellinos que los blancos vestidos de las mujeres formaban cuando estas giraban a la hora de bailar.
Por su parte, Minda Batallas indica en su libro que “Amanece y amanece” es un canto con el que se arrulla a los niños muertos, que se toca acompañado de la marimba; mientras que el baile del Riviel, según testimonio de la coreógrafa y bailarina esmeraldeña Lourdes Valencia, representa la vida de un hombre que mató a su familia y después de mucho tiempo fue asesinado, y que ahora, como era pescador, su alma vaga por los ríos en su bote con una lámpara y es visto en las noches oscuras o menguante. 
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