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Enderezar los caminos
Enderezar los caminos
Por: Jorge Guillén Morales
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Viernes 26 Agosto 2016 | 04:00

Es una frase muy conocida utilizada por muchos profetas, incluso por el Hijo de Dios, nuestro salvador y redentor, Jesucristo, quien hizo un llamado a la conversión, pues la humanidad siempre ha gemido de dolor a causa del pecado y Dios quiere que todos seamos salvos enderezando nuestros caminos y sometiéndonos a su santa voluntad.

Muchos preguntarán por qué sobrevienen tantas desgracias y algunos culpan a Dios de todo lo malo; pero esos tienen el corazón endurecido y no entienden que nosotros somos los culpables, pues no queremos allanarnos a sus sendas; conocemos su palabra, pero creemos que no nos concierne, pecamos abiertamente y practicamos lo que Dios aborrece, lo cual trae consecuencias muy lamentables, porque debemos decidir si estamos con Dios o con el mundo. 
Escrito está: “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?, pues cualquiera que quiera ser amigo del mundo se constituye enemigo de Dios. (Santiago 4, 4). También sentencia: “Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo.(Hebreos 10,30). 
Cuando el profeta Jonás fue enviado por Dios a la ciudad de Nínive, predicó abiertamente que esta sería destruida en cuarenta días, por la iniquidad existente; todos creyeron a Dios y se convirtieron inmediatamente, empezando por el rey de Nínive. Dios vio lo que hicieron y se arrepintió de su juicio, porque “los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios” (Salmos 51, 17). 
Ecuador es un pueblo idólatra, adúltero, aborrecedores de la verdad y gozosos de la injusticia. Aquí existe mucha maldad, odio, egoísmo e injusticia. Muchos se han enriquecido con el esfuerzo de manos que han trabajado sin recibir el salario justo; otros se hacen estatuas de sí mismo creyéndose dioses y maltratan e injurian a quienes no están de acuerdo con sus obras de iniquidad. 
Este pueblo es rebelde y no acata la voluntad de Dios. Aún en tiempos de dificultad, algunos se aprovechan y despojan a los pobres de su salario. 
Hombres y mujeres de doble servís, por qué no limpian su corazón y se arrepienten, pues los juicios de Dios no tardan. Clamen por perdón, pero primero conviértanse y enderecen sus caminos. “Buscad a Dios mientras pueda ser hallado, llamadle en tanto que está cercano” (Isaías 55, 6) y quizás El perdone sus rebeliones. 
No creamos que solos podremos levantarnos como muchos pregonan, casi nadie dice “si Dios lo permite viviremos”. Hacemos planes, creamos proyectos, decimos que juntos podremos reconstruir este país sin tomar en cuenta al Altísimo. Qué insensatos somos. 
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