Actualizado hace: 941 días 17 horas 10 minutos
Identidad
Un ritual para las cosechas

Una de las costumbres populares que se mantienen en la comunidad San Rafael de Otavalo es la Fiesta del Coraza.

Miércoles 24 Agosto 2016 | 04:00

A través de este ritual, considerado como milenario,  los comuneros otavaleños dan gracias a la Pachamama por la producción de la tierra.

Esta celebración tradicionalmente se hacía por aproximadamente cinco días en Semana Santa (mes de los primeros granos conseguidos de la chakra-fiesta menor) y en agosto (en agradecimiento a la Pachamama- fiesta mayor).
Sin embargo, en la actualidad las fechas en las que se lleva a cabo esta fiesta indígena han cambiado. Se las desarrolla en enero y marzo de cada año.
José Chalán, quien se desempeña como analista en planificación y proyectos de inversión de la Junta Parroquial de San Rafael, menciona que este ritual además forma parte de las actividades de aniversario de otras comunidades.
 
Historia. Chalán dice que, según las costumbres indígenas, se cree que en tiempos prehispánicos el Coraza era una festividad ritual en torno a la siembra y la cosecha del maíz y que honraría a divinidades andinas como a Pachakamaq, Pachamama y a Illapa, el dios del trueno y la lluvia, porque creían que les iban a revitalizar y dar fuerza.
Asegura que la Fiesta del Coraza es una tradición en la parroquia San Rafael de la Laguna, a 7,5 km de Otavalo.
Chalán indica que, de acuerdo con los historiadores, esta conmemoración inició en honor a los grandes kurakas o hatun kuraka, que en español significa ‘gran líder’. 
“Antes de la llegada de los españoles este evento se hacía en agradecimiento a las cosechas, pero cuando llegaron cambiaron el nombre a Coraza y comenzaron a vivirlo en honor a San Luis Obispo, por imposición del catolicismo”, afirma. 
Según relata Chalán, los principales personajes de esa antigua fiesta eran el Hatun Kuraka o el Coraza, quien era el prioste; su esposa, llamada la mama Coraza; los yumbos, que eran como capitanes que resguardaban a la figura principal, un loa (un niño de 10 a 15 años), quien recitaba en honor a los dioses y al Coraza, y los acompañantes eran toda la familia (los ayllus), que iban en procesión.
Los pingulleros abrían camino al Coraza, entonando música de ritual o de guerreros, a base de pingullos hechos con huesos de cóndor, pallas tipo rondador y el tambor.
Recuerdo. En el pasado, se preparaba la fiesta con 15 días de anticipación; la comida era elaborada en leña y se compartía con todos los ayllus (familias).
La festividad duraba cinco días y comenzaba con el ritual de purificación y luego con la preparación del cabello del Coraza o prioste para que pueda portar el casco.
El Coraza iba acompañado de músicos, loas, danzantes y tres caballos, que salían todos en procesión desde la casa del prioste hacia la iglesia para participar en la ceremonia religiosa y luego regresar con los ayllus a su casa, donde además de la comida bebían la chicha del Yamor, que era la esencia de la fiesta, ya que es la bebida sagrada de los indígenas hecha a base de los siete granos del maíz cocinado toda la noche en leña y con una serie de rituales que llaman la atención.
En septiembre el Coraza participa con todos sus acompañantes en el pregón de las fiestas del Yamor.
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