Los olores que provienen de la descarga de aguas servidas les afectan, dicen los moradores.

Consuelo Hidalgo, de la calle 5 de Junio, asegura que el “martirio” se incrementa cuando el sol pega con más fuerza. “Espero que las autoridades vean lo que está pasando. La semana pasada estuvo fatal”, indica.

Jhonny Cedeño, en San Alejo, sostiene que sigue en su casa -junto a la estación de bombeo cerca a la avenida del Ejército- ya que “no tiene a dónde más ir”.

 

Explicación. Leonel Muñoz, gerente de la Empresa Pública Municipal de Agua Potable y Alcantarillado de Portoviejo (Epmapap), expresó que los olores se intensifican porque están bombeando una parte de las aguas desde San Alejo, y eso origina que se remueva el sedimento que llega a la planta de tratamiento (pozas sépticas), y tomará un proceso de diez o quince días para que se estabilice. “Los niveles en lo que respecta a tratamiento están dentro de los normales”, aseguró. 

Muñoz añadió que hacen un estudio para construir un sistema de chimenea para reducir los olores, que se provocan en el lugar donde entra el agua residual.

 

Contaminación. Otro de los problemas que se ha evidenciado es que las aguas negras que genera Portoviejo van directamente al río, sin tratamiento.

Frank Mendoza, director de Operación y Mantenimiento de la Epmapap, señaló que la bomba que se colocó el sábado pasado en la planta de bombeo de San Alejo presentó problemas de filtración de agua en el área de refrigerante, dos horas después de iniciar su funcionamiento. 

Añadió que técnicos de Guayaquil evaluarán los daños y emitirán un informe para determinar el tiempo de reparación.

En la planta de San Alejo antes del terremoto había tres bombas, una de ellas dejó de funcionar antes del 16 de abril, otra se dañó con el sismo, y la tercera sufrió afectaciones posterior a esto. Una vez habilitadas, las aguas servidas se enviarán a la planta tratamiento de la 5 de Junio.