Cada tres años en algún país del mundo, católicos, principalmente, se reúnen en un acto también de solidaridad, pues son acogidos por familias que se ofrecen a darle cobijo mientras dure la jornada. 

Hace tres años cuando el papa Francisco iniciaba su pontificado la sede de este encuentro fue Brasil. Allí el Santo Padre invitó a mantener la esperanza ante las dificultades de la vida sabiendo que por grandes que parezcan, Dios no deja que nos hundamos. Pero no fue lo único. 

Francisco también  habló de no ser pesimista, de mantener  la alegría y de dejarse sorprender por Dios. Habló de no caer en vicios ni idolatría y no desanimarse ante el mal. 

Este mes, jóvenes de todo el planeta volverán a reunirse, esta vez la cita es en Polonia. 

La esperanza de un mundo mejor sigue viva, quienes asisten lo saben.