Actualizado hace: 937 días 17 horas 6 minutos
Bolívar
Extrañan sus edificios íconos

Enrique Vera aún no se acostumbra a los solares vacíos que invaden el centro de Calceta. Mira a ambos lados y siente desolación.

Sábado 23 Julio 2016 | 04:00

Hacia la derecha sus ojos no encuentran el viejo y romántico reloj público que desde el año 1929 acompañaba a los calcetenses y les indicaba con precisión el horario. 

A la izquierda ya no está el edificio municipal, tampoco el coliseo Silvio Larrea y las casas y negocios de sus amigos. “Es una pena, aún no me resigno a lo que nos pasó, media ciudad se vino abajo”, dice.
Vicente Arroba es otro de los ciudadanos sorprendidos, su larga barba blanca que se funde con su cabellera, más la mirada al infinito, le dan un aspecto de otro mundo, agrega que también se destruyó el mercado municipal que hace poco le habían construido un patio de comidas en su parte superior. 
Otros en cambio señalan a los comercios más conocidos de la ciudad que se fueron con el terremoto del 16 de abril.
Afectaciones. En Calceta el sismo causó graves daños. El Comité de Operaciones Emergentes, que preside el alcalde Ramón González, señaló que hasta ahora se han desalojado los restos de 120 casas y edificios y aún faltan 60.
El alcalde menciona que aunque los daños fueron muy grandes, la rápida limpieza y habilitación de la ciudad se logró gracias al aporte de maquinarias del Ministerio de Transporte y Obras Públicas, el municipio y el Gobierno Provincial de Manabí, que han realizado un trabajo en conjunto, destacó.
Señaló que luego que se han retirado los escombros el siguiente paso es volver a construir los edificios públicos. 
En el caso del Palacio Municipal y del coliseo, señaló que preparan el presupuesto que se necesita para reconstruir. En cuanto al edificio donde estaba la biblioteca y el reloj público, señaló que el Ministerio de Patrimonio Cultural se encargará de ese proceso.
Por ahora, en medio de la ausencia de sus edificios icónicos los habitantes de Calceta tratan de volver a la normalidad, incluso el gran albergue en que se convirtió el estadio Juan Manuel Álava cada vez se queda con menos personas. Miryan Villavicencio, directora de gestión social, señaló que de 90 familias que llegaron ahora quedan ocho. 
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