“Mi padre ha sobrevivido al 7.8 que nos tiene locos a todos. Tres meses de movimientos constantes le aceleran el ritmo a cualquiera.
Cada vez que hay una réplica, mi padre sale de la casa a paso ligero con la mano agarrándose el corazón. Casi siempre los temblores lo cogen en la hamaca, siempre acompañado de una radio pequeña. Digo siempre porque asumo la vida después del 16 de abril; desde entonces no se separa de ella. Mi padre es un hombre fuerte, pero tiene corazón de madre. Cuando pienso en él, siempre recuerdo aquella foto con el uniforme del colegio, altísimo y muy blanco. En esa foto tiene la sonrisa de la juventud. Estaba enamorado.