Los pueblos indígenas son las colectividades originarias.

Achuar. Habitan en Pastaza y Morona Santiago, pero también hay población en el departamento de Loreto en Perú. Producto de la colonización y la influencia religiosa, sus costumbres casi han desaparecido, pero mantienen su cultura e identidad bien cimentadas. El dios Arutam representa hasta la actualidad la ‘máxima energía’ y cuida de la selva. El idioma es el achuar-chicham, mantienen el consumo de la chicha de yuca y wayusa, se pintan la cara en las fiestas y las presentaciones oficiales y hoy en día se han enfocado en el ecoturismo, informa diario La Hora. 

Awá. Distribuidos en 22 centros asentados en Esmeraldas, Carchi e Imbabura, los awá hablan el awapít. Han subsistido con la caza, la pesca y la agricultura (maíz, plátano, yuca), aunque las dos primeras casi no se realizan.

En los últimos años trabajan en planes de aprovechamiento de los recursos del bosque, a nivel comunitario y familiar. Varias de sus comunidades se encuentran dentro de la Reserva Ecológica Cayapas Mataje. 

Cofán. Esta nacionalidad ocupa territorios de Sucumbíos, entre los que también se encuentran las reservas Faunística Cuyabeno y la Ecológica Cayambe-Coca, el Bosque Protector Alto Bermejo y el Parque Nacional Sumaco. Las mujeres aún se hacen cargo de los huertos familiares, el hombre caza y pesca.

 

>Chachis. Hablan el cha’palaa y habitan en Esmeraldas. Varias de sus comunidades están asentadas dentro de las reservas ecológicas Cotacachi, Cayapas Mataje y Mache Chindul y otras en sus zonas de influencia. El ‘Uñi Chaitarucula’ o Gobernador era quien ejercía la autoridad y en la actualidad su unidad organizativa son los centros, que están agrupados en la Federación de Centros Chachi del Ecuador (Fecche). Tradicionalmente su economía era de autosubsistencia. 

 

>Epera. Hablan el sia pedee, que significa voz de caña brava, y que se encuentra en peligro de perderse. También se valen del castellano. Su población es relativamente pequeña, se asientan en el norte de Esmeraldas y son una ramificación de los Eperara Sia (Embera), uno de los grupos indígenas con mayor población en Colombia. Su economía se basa en la agricultura en pequeñas fincas familiares, en la recolección, la pesca y la caza para el autoconsumo y para la venta. La artesanía y la cestería la han enfocado hacia el mercado. Enfrentan la migración de los jóvenes que salen en busca de trabajo.