Es que hay una prohibición absoluta de ingresar a esos lugares bajo responsabilidad de la Fuerzas Armadas, causando preocupación y malestar en los residentes del sector, en especial de los propietarios de los edificios, afectados o no por el sismo, porque no pueden entrar a realizar ningún arreglo o control.
Pero está también de por medio, como incógnita, el futuro del uso del suelo, porque las futuras construcciones deberán seguir estrictamente las normas técnicas legales, que probablemente se acentuarán en Portoviejo, por ejemplo, si la municipalidad concreta las exigencias del estudio sísmico que se está realizando en la ciudad.
Por ello ha surgido una serie de conjeturas o especulaciones que van desde la prohibición para edificios de varios pisos, o la posibilidad de la presencia de estos si se sujetan a las reglas de la construcción, como ha sucedido en otros países de constantes temblores.
Más, lo que predomina es la inquietud de cuándo se abrirá el paso, puesto que, de la manera como se ha delimitado la zona, quedan sin poder trabajar negocios que no han sufrido daños alguno, impidiendo que sus propietarios laboren y tengan sus ingresos para cancelar deudas.
Eso aumenta la desesperación y la tensión social.