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Terremoto
5 mil personas se fueron del epicentro del 16A

La última persona que murió en Pedernales, por el 16A, fue sepultada el martes de esta semana en medio de otros cinco cadáveres.

Sábado 16 Julio 2016 | 04:00

Le hicieron un hueco de metro y medio de largo por uno de ancho y  encajó allí como una pieza lego. 

Agonizó 84 días en el hospital de Santo Domingo, pero el lunes falleció y fue a parar a un cementerio abarrotado de muertos donde,  desde el 16 abril, han tenido que alquilar espacios para los fallecidos. 
Solo en ese lugar están sepultadas 150 de las 186  personas que murieron en Pedernales por el terremoto. 
Algunas bóvedas están “frescas”. El sol aún no blanquea el cemento y en algunos casos las flores permanecen intactas. 
Es que han pasado 90 días desde la tragedia y la muerte no deja de tocar la puerta del cementerio general. 
Sólo en el último mes Froilán Cevallos ayudó en el sepelio de otras dos personas hospitalizadas luego del terremoto. 
Él es el panteonero del cantón y llega cuando lo llaman al celular y le piden un espacio para otro que ha dejado este mundo. 
La tristeza aún no se le va a Froilán. A él le duele lo que ha pasado en Pedernales, epicentro del sismo de 7,8 grados. 
Camina entre las bóvedas y la voz se le quiebra mientras intenta bloquear el llanto. “Mire, aquí murió una mamá y su hija. Allá está el papá con sus dos hijos, más adelante hay otros cinco muertos del terremoto, esto fue un desastre señor, no había espacio para tanto cadáver”, expresa. 
Froilán lleva siete años trabajando en ese lugar. La noche del 16 de abril  se le hizo eterna, dice.
Recuerda que los cuerpos empezaron a llegar desde el domingo en la mañana y nunca antes los sepelios fueron tan rápidos. “La gente hacía un hueco y enterraba su muerto, otros prestaban espacios, algunos esperaron horas con sus muertos porque no sabían dónde mismo los iban a poner”, señala. 
“Pero eso no fue nada”, dice el hombre. Lo más terrible fueron las exhumaciones, agrega.
Esas llegaron al camposanto como una dolorosa réplica. Fueron ocho o diez, Froilán no lo recuerda bien. Las autoridades querían confirmar que esas personas murieron por el terremoto y sacaron los cuerpos para hacer autopsias. 
“Era a diario, hasta que un día vino un ministro por aquí y le pedí de favor que ya no siguieran haciendo eso, que era muy triste sacar los muertos”, señala. 
Solo allí pararon el proceso, pero los ataúdes quedaron regados en el cementerio. Porque cada vez que sacaban un cadáver lo metían en un ataúd nuevo.  Froilán se ha deshecho de algunos, porque abarrotado y todo el cementerio debe estar limpio.  
Se van y vuelven. Han pasado tres meses desde el terremoto y el pueblo parece estar recuperando su esencia. 
Después del 16 de abril las calles de Pedernales quedaron llenas de damnificados. 
Los borrachos dejaron  las esquinas y uno que otro loco desapareció dejando al cantón sin alma. 
“Es que un pueblo sin locos no es un pueblo”, dice Indalecio Espinoza. 
El reloj no marcaba el mediodía y él ya tenía dos botellas de “puro” encima. “Antes del terremoto había trabajo y dinero para tomarse un trago día por medio, ahora ya no alcanza”, expresa. 
Diariamente él y otras 20 personas se sientan en las gradas de lo que queda de la iglesia de Pedernales a la espera de un trabajo. 
Allí hay albañiles, gasfiteros, macheteros y fumigadores. Algunos llegan de las casi 200 comunidades rurales que tiene el cantón y otros de sus abandonados y destruidos barrios. 
Después del terremoto unas 5 mil personas, de 25 mil que había en la zona urbana, dejaron  Pedernales, según datos municipales. 
Indalecio dice que la gente tiene miedo y se va. “A muchos se les terminó el orgullo mijo, hágame caso”, recalca.
Seis cuadras más abajo, en el malecón, los obreros levantan casas en espacios donde hace tres meses había hoteles y restaurantes. Ahora no todo es  de cemento, comenta Wilson López, albañil. 
“La gente está usando  madera, caña guadua, metal y otros materiales más livianos”, agrega. 
Más adelante, una maquinaria derriba lo que era un edificio de tres pisos. 
María Guanoquisa, una turista de la Sierra, observa cómo el brazo de la retroexcavadora rompe el concreto. 
Hasta el momento el Comité de Operaciones Emergentes (COE) ha aprobado 600 demoliciones, aunque se habla de 1.200, pero a María solo le interesa una, la que estaba mirando, porque allí se hospedaba  cuando vacacionaba en Pedernales. 
Antes del sismo  Pedernales tenía 32 hoteles, pero luego solo dos quedaron en pie.
Servicios.  A 90 días de la tragedia, el 60 por ciento del cantón recibe agua dos o tres veces por semana, cuenta Diego Celorio, gerente de la Empresa de Agua. 
El resto es abastecido por tanqueros. 
Pedernales recibe agua del río Tachira, un afluente que en verano disminuye su caudal. “Podríamos tener más líquido, pero dos de cuatro pozos que también nos abastecen  no funcionan por falta de equipos”, señala el funcionario.   
Actualmente el cantón tiene 3.800 usuarios. 
La empresa está verificando si tienen los medidores activos, ya que después del terremoto muchas personas se fueron a la zona rural, donde viven unas 25 mil personas.
Comercio. Ricardo Bastidas nunca ha pensado en dejar su Pedernales.
Algunos de sus amigos se fueron luego de la tragedia, pero él sigue allí, esperando que todo vuelva a la normalidad. Dice que en las últimas semanas las ventas se ha  regularizado y la gente del campo ha vuelto a salir de sus fincas. 
“Este es un cantón muy comercial, estábamos despuntando con el turismo y los negocios, pero el terremoto nos devolvió a cero”, expresa. 
Este cantón se dedica a las actividades comerciales y artesanales y 417 de sus empresas fueron afectadas, según un informe del Ministerio de Industrias y Productividad.
Néstor Jama, quien trabajaba en una camaronera,  cuenta que el “patrón” no lo ha vuelto a llamar. Que hace poco el jefe dijo que solo trabajaba con el que tenía título de bachiller. 
Eso lo tiene mal. No hay plata para llevar a casa. 
El terremoto destruyó entre 8 mil y 10 mil hectáreas de 15 mil destinadas a la cría de camarón entre Pedernales y el sur de Esmeraldas. 
Néstor era machetero de algunas de esas camaroneras. 
José Rosado también está sin trabajo. Explica que llegó esta semana de Santo Domingo porque le dijeron que en Pedernales querían albañiles. Ya se dio cuenta de que no es así. La ciudad se levanta lentamente de un terremoto que ha dejado vacíos los bolsillos y lleno el cementerio.  
208 millones. De dólares invertidos en la reconstrucción 
Las cifras del Ministerio de Finanzas, con corte del 14 de julio del 2016, dan cuenta de que a tres meses del terremoto se ha invertido un total de 208 millones 225 mil dólares para la reconstrucción de las provincias.
Carlos Bernal, secretario del Comité de Reconstrucción, informó esta semana a medios nacionales que se está trabajando en siete proyectos de reasentamiento. “Sí mi casa en Manta, con más de 400 viviendas; en Portoviejo: El Guabito, más de 230 viviendas; en Brisas de Río, en Babahoyo; en Chone, en Bahía”, precisó Bernal.
“Hasta el momento se han entregado 3 mil incentivos para la reconstrucción de viviendas en el mismo terreno, con bonos de hasta 10 mil dólares”, informó el funcionario.
En el caso del agua potable se tiene previsto invertir 7 millones en la reactivación de ocho proyectos para los cantones Junín, Bolívar, Tosagua, Muisne, San Vicente, entre otros. 
En el caso de las Unidades del Mileno son $ 50 millones invertidos, dijo.
 
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