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La nueva ley de cultura
La nueva ley de cultura
Por: Jaime Alcívar Intriago

Martes 12 Julio 2016 | 04:00

Las personas que conocen los procesos históricos, deben saber que a nivel mundial la sociedad cambió con dos hechos históricos ocurridos en el orbe: La caída del muro de Berlín del año 1989 y los atentados terroristas del año 2001.

Ambos sucesos nos indican que el mundo es unipolar en su direccionalidad política y que esa univocidad del sistema, nos puede hacer sucumbir ante entes contrarios que causan pavor, miedo y confusión. 
La unipolaridad del sistema provocó tres elementos que están destruyendo las identidades de los pueblos: En primer lugar,  tenemos los procesos de aculturación global, en el cual la cultura de una región, de forma involuntaria, adapta y se deja imponer rasgos socioculturales de una cultura predominante. La hibridación de las culturas, en el cual las sociedades fusionan, de manera voluntaria, sus propios elementos de cultura, con otros regionales o mundiales que están latentes. Y el relativismo psicológico, en el cual el pensamiento del individuo se hace volátil, acoplando para sí ideas que no tienen base identitaria, ni fortaleza cívica, sino ideas volubles que se esfuman a cada momento, con cualquier novedad que traiga el sistema. 
Ante esta realidad intangible, quienes hemos hecho caminar, sea poco o mucho por el desarrollo de la cultura local y nacional, ya sea con la pluma, con el pincel, con la voz, con las manos, con los sonidos y con lo corpóreo, estamos pendiente de la aprobación definitiva de una Ley de Cultura que realmente haga cumplir los mandatos expuestos en la Constitución. 
Ley que ha pasado de borrador en borrador y de ministro y ministro desde el año 2009. “Que la aprueban”, “que no la aprueban”, “que arréglale ahí” “Que añádele aquello”…en fin, hemos sido testigos como los asambleístas nacionales y burócratas del sector cultural no han podido elaborar la necesaria Ley en los últimos 7 años.
Qué se pide… ¡cambios! No es posible que algo tan fundamental y sublime como lo es la cultura, sea manejado por un mismo grupo sociocultural durante muchas décadas. 
Es viable y sano, que gestores culturales reales ocupen los espacios que tienen algunos durante ya casi cuatro décadas, como es visible y vox populi en algunas instituciones nacionales. 
Por otro lado, los subsistemas de Cultura, Memoria y Arte que nos proponen en este nuevo borrador de Ley de Cultura, deben mantener la autonomía, no se debe dejar centralizado todo en Quito ni Guayaquil, se necesita una autonomía, pero sin injerencias de un Estado omnipotente. 
Porque cuando un Estado pretende orientar el arte y la cultura de los pueblos, es el fin de la sociedad. 
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