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El vicepresidente manabita
El vicepresidente manabita
Por: Walter Andrade
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Lunes 11 Julio 2016 | 04:00

Cuando el candidato Barack Obama tuvo que escoger un vicepresidente, pensó en alguien que no solo sea capaz, si él llegara a faltar, de liderar militarmente la nación en caso de un conflicto -el Presidente de los EE.UU. es, de acuerdo a la Constitución, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas- sino que además esté en capacidad total de mantener los valores y principios de su partido para conducir el país. Se podrá decir que esta es la función de todo vicepresidente de cualquier nación.

 Pero el caso de EE.UU. es especial porque es una potencia económica y militar global y el segundo mandatario debe reunir características tales como experiencia política, conocimiento de los temas mundiales, entre otras. El elegido por Obama, Joe Biden, reunía esas características. En el caso de Ecuador, que aún es una economía emergente y tiene grandes problemas propios de un país subdesarrollado, un vicepresidente como que debe ser alguien que esté completamente empapado de los sectores que hay que crecer, impulsar y estimular para que la economía genere empleo y trabajo para el mayor número de personas. Pero ahora, después del terremoto, a las tareas citadas hay que agregar la reconstrucción de lo destruido por la tragedia del 16 de abril.

Pero el tema no pasa únicamente por levantar el edificio que se cayó o el puente que se partió.
Está muy bien que se haga y entre más pronto mejor. Como manabita, me alegra saber que ya se cuenta con los fondos para comenzar la reconstrucción y que ya están decididas las primeras obras a ejecutar. Pero creo que el tema va mucho más allá y que trasciende el presente Gobierno.
De lo que se trata es que desde la alta dirección del país se piense que Manabi y la parte afectada de Esmeraldas, necesitan de un programa de reconstrucción que tenga un horizonte de tiempo de cuatro años mínimo, según dicen los expertos. Que cubra los grandes sectores que necesitan rehabilitarse para que la provincia crezca y sobre todo que los recursos públicos, que siempre son escasos, fluyan con la rapidez debida para que la reconstrucción no se detenga. Y no sólo eso.
Además debe comprenderse que el verdadero crecimiento llega cuando los recursos se QUEDAN AQUI, SE RECICLAN EN LA PROVINCIA. Esto es fundamental. Caso contrario, se puede correr el riesgo de que con motivo de la tragedia otros sean grandes beneficiarios.
Este problema creo que lo puede entender muy bien un vicepresidente manabita. Es que sentado permanentemente en la mesa donde se toman decisiones, peleará, estoy seguro, para que la inversión post-terremoto no se detenga y beneficie siempre a la provincia. En esta línea, lo ideal sería que todos los candidatos a presidente tengan como binomio a un manabita. ¿Qué tal?
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