Andy Murray -sin Novak Djokovic en el otro lado de la red, a diferencia del Open de Australia y de Roland Garros, en los que el serbio ejerció de verdugo- derrotó a Milos Raonic por 6-4, 7-6 (3) y 7-6 (2), e hizo doblete en la hierba de Wimbledon, sumando su tercer título en los ‘majors’ después del US Open 2012 y Wimbledon 2013. La final fue ayer.
Fred Perry, entre 1934 y 1936, había sido el último tenista local capaz de ganar dos veces sobre el césped de la catedral del tenis. Murray se quitó la losa de ser un perdedor de grandes finales, no en vano había cedido ocho, sólo tres menos que su entrenador Ivan Lendl, que tiene el tope de derrotas en la era Open.
Raonic aspiraba a convertirse en el primer canadiense que inscribía su nombre en un gran escenario, pero se quedó en el camino. En parte porque su rival le cerró la puerta con su servicio. Y es que el discípulo de Riccardo Piatti, Carlos Moyá y John McEnroe no disfrutó de una sola pelota de ‘break’ hasta el quinto juego de la tercera manga. El campeón, en cambio, puso desde el inicio toda la presión desde el resto. Murray, quien también ganó el Abierto de Estados Unidos en el 2012, consoló a su rival para luego secarse sus propias lágrimas con una toalla. Con su tercer título de Grand Slam, el escocés evitó convertirse en el primer hombre que pierde las finales de los tres primeros grandes torneos del año en la era profesional.