Igual se conoce de los gobiernos provinciales y cantonales, que llevan adelante trabajos mediante un programa de obras preestablecidas, tratando de cumplir con los objetivos administrativos o de compromiso de campaña electoral.
Aquello está bien, sin embargo estimamos que las consecuencias del terremoto deben haber cambiado algunas de las necesidades iniciales, para presentar otras de mayor exigencia en cuanto a atención colectiva se refiere.
Y en tales circunstancias creemos que han procedido correctamente quienes ya
actualizaron sus proyectos para priorizar el gasto o inversión pública, dando paso a lo que requiere con urgencia la comunidad.
Mucho más si se anteponen demandas como dotación de agua, energía eléctrica, comunicación, salud, seguridad, vivienda, alimentación, etc. Porque sería insensible, incomprensible y hasta irresponsable la construcción de obras suntuosas mientras la población sufre de escasez de servicios básicos y amenazada por la insalubridad.
Esperamos, entonces, que a la luz del entendimiento y la razón los recursos de la emergencia y propios sean invertidos de la mejor manera posible.