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Manta
El sismo le quitó sus tres locales, ahora vende frutas

En 45 segundos Antonio Chóez pasó de tener tres negocios rentables a vender guineo y mandarina en un triciclo.

Sábado 25 Junio 2016 | 04:00

Él era el propietario de tres locales comerciales en el edificio Felipe Navarrete. En uno vendía lencería,  en otro bisutería y en el tercero ropa de niños.    

Los tres negocios le generaban una venta de hasta 4 mil dólares mensuales. Es decir, un promedio de 130 dólares por día. Ahora, su venta diaria de frutas promedia los diez dólares, y cuando el día es muy bueno completa los quince. 
La vida de Chóez dio un giro de 360 grados después de la tragedia.    
Él estaba en una reunión cuando ocurrió el terremoto del 16 de abril. Apenas la tierra dejó de temblar, acudió a casa para abrazar a su familia, que vive en el barrio Lazareto de la parroquia Los Esteros. En el lugar todos estaban bien.  
Ese mismo día, Chóez cerró a las 18h30 sus negocios, que una semana antes había abastecido de mercadería. Para esto se endeudó con 10 mil dólares. 
A las 18h58, el sismo de 7,8 grados provocó el colapso del edificio de cuatro pisos. 
Los negocios de Chóez funcionaban en la planta baja, que soportó la caída y peso de las tres losas. 
La mercadería, al igual que en otros locales que funcionaban abajo, estaba intacta, pero presa por todos los escombros que cayeron del edificio. Por esta razón, y por seguridad, nadie podía ingresar a la planta baja a retirar sus productos. Sin embargo, días después Chóez y otros comerciantes lograron entrar para recuperar lo que más podían de sus negocios. 
Cuando más de 50 mil dólares en mercadería estaban guardados en sacos, delincuentes se les llevaron algunos bultos, recordó el hombre.   
Después, la tristeza en la familia provocó lágrimas al ver cómo todo el esfuerzo de 15 años se acababa. 
Obtener los tres negocios fue un esfuerzo, pues  empezó vendiendo huevos en los barrios. 
Chóez perdió más de 20 mil dólares en productos que se contaminaron con el ambiente a muerte que invadía al edificio. 
“Todo fue muy duro al principio. Tú te imaginas tener negocios rentables y después no. Todo era color de rosa hasta que llegó el terremoto, que destruyó todo en pocos segundos”, señaló Chóez. 
El después. Para el hombre de 43 años ya no había razón de seguir llorando o lamentando la pérdida. Debía continuar trabajando para su familia, entonces empezó a reciclar los hierros de casas y edificios colapsados. 
Pasó días enteros recorriendo las calles de la ciudad en busca del material, que guardó hasta venderlo en algunas empresas recicladoras. Un día, varios amigos de una iglesia a la que asiste le regalaron un triciclo para que inicie un negocio. Lo primero que pensó Chóez fue en vender frutas porque en la tragedia lo que más buscaba la gente era alimentos, explicó él. Ayer, por ejemplo, tenía guineos, mandarinas y naranjas. Hay ocasiones en que vende otro tipo de frutas como piña.  
Cada mañana va a Playita Mía, donde vende frutas en el triciclo. Por la tarde se ubica en la avenida 103 de Los Esteros, cerca al comisariato Tía. 
En este punto vende hasta las nueve de la noche. Chóez contó que se ha encontrado con mucha gente que lo reconoce y se sorprende. En ese momento él cuenta su historia, suelta una lágrima y recibe un abrazo. 
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