Teniendo como base La Habana, Cuba, y como testigos a varias personalidades del continente americano y el mundo, ayer el presidente colombiano Juan Manuel Santos y el líder de las FARC, Timoleón Jiménez (a) Timochenko, oficializaron el cese de las hostilidades que enfrentaban al Gobierno con estos alzados en armas, sellando jubilosamente una serie de reuniones iniciadas hace cuatro años.

Aquello constituye un paso más para lograr una próxima y definitiva paz en la región, que contribuirá para que se incremente el entendimiento entre colombianos y el desarrollo de la vecina nación, estimándose que los garantes, Cuba y Noruega, se esforzarán para que no vaya a surgir un cambio inesperado de posición o exista violación a este acuerdo, que sentó en la misma mesa a un Estado democrático con un grupo irregular.

Y se espera que pronto se repita esta acción con otros elementos en rebeldía bélica, como son el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y los paramilitares, para que la paz sea completa y a satisfacción de todos.