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La catástrofe y la desconfianza
La catástrofe y la desconfianza
Por: Mariasol Pons C.
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Martes 26 Abril 2016 | 04:00

Un desastre natural ha golpeado Ecuador, más precisamente a la provincia de Manabí y en menor proporción, Esmeraldas.

El dolor de los damnificados es inimaginable, pero la desolación de sus víctimas se siente en todo el país y el luto es ecuatoriano.
La solidaridad se hizo evidente desde el primer momento, la sociedad civil no necesitó planes del gobierno central para ayudar, más bien fue ella quien marcó el paso en la ayuda. 
Voluntarios de todo el país han acudido a aportar para aliviar en algo el dolor de la realidad post terremoto. También hemos recibido ayuda del extranjero y por eso, gracias.
Lo más duro ahora es la reconstrucción de la vida de los damnificados. 
Ellos perdieron seres queridos, muchos perdieron sus hogares, sus trabajos; no se les puede pedir más sacrificios. 
La tristeza y la incertidumbre deberían ser aplacadas por la certeza de que alguien trabaja a cabalidad para dar un rumbo real a las soluciones, que tomarán mucho tiempo porque lo que ha sucedido es muy grave.
Lamentablemente el estado de ánimo de la gente está afectado por la actitud del gobierno frente a la catástrofe, pues en sus disposiciones no se halla congruencia. Se anunció un paquete de medidas económicas y tributarias, al apuro, que salen del bolsillo de todos los ciudadanos.
Pero no se anuncian medidas de recorte por parte del gobierno. 
La forma en que hacen las cosas habla por ellos en su mayoría, una forma que choca contra la sensibilidad manifestada en esta semana pasada.  
Inclusive la sabatina post-terremoto está fuera de lugar. 
No queremos escuchar el ego del gobierno, queremos escuchar cómo se administrarían los fondos de los supuestos impuestos temporales para aliviar el drama en Manabí. 
Si pueden sacar con tal velocidad una medida tributaria que además afecta terriblemente el poder adquisitivo de una población en crisis económica, entonces también se espera que produzcan a la misma velocidad una plan real y transparente de alocación de recursos para saber en qué y quién va a gastar el dinero y cómo eso ayudará a Manabí.
La desconfianza puede afectar fuertemente las donaciones al pretender ser controladas en su totalidad por el Estado y la fuerza pública. 
El gobierno persiste en dinamitar la poca credibilidad que le queda.
Estará en los ciudadanos comunes ayudarnos libremente, dentro de nuestras posibilidades, para superar la catástrofe.
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