Las charlas fueron requeridas por el departamento de seguridad de Autoridad Portuaria de Manta.

Desde el 2008, cuatro fugas de amoníaco con víctimas mortales han ocurrido en el puerto de Manta. Otras han sido leves y solo se han reportado heridos.

Según Borja, los daños en el ser humano por el amoníaco dependen de los niveles  que se hallen en el ambiente. Si son muy bajos, no representan peligro, si la concentración es considerable se puede sufrir lagrimeos  y mucosidad; en mayores cantidades se experimentan dichos síntomas con más fuerza. Ya en grandes fugas  hay tanto amoníaco que causa la muerte. 

Peligro. Ángel Moreira,  jefe técnico de los bomberos, dice que ahora realizan con cuidado sus maniobras de descargas. Explicó que hay fugas de amoníaco que han sido causadas por fallas humanas. “Precisamente porque el personal de estibaje  no es parte de la tripulación de un barco y  desconoce  la ubicación de  los  sistemas de conducción de amoníaco y de otros que pasan por donde se conserva la pesca”, expresó. 

Moreira destacó que los cuadrilleros ahora conocen normas de seguridad y prevención,  que les permiten identificar el peligro y ponerse a salvo. “Ellos saben que el peso molecular de este gas  es de 17 gramos y el aire es a 18 gramos, entonces por diferencia  de  densidad el amoniaco se va hacia la parte superior, por lo que es recomendable que en una fuga las personas se acuesten en el suelo boca abajo”, resaltó.

Añadió que se les ha  capacitado para que hagan parches y tapen  la fisuras al momento de una fuga. “También saben que deben usar las duchas habilitadas en los barcos para  evitar que se disipe el amoníaco”, indicó.