A los 24 años viene el castigo. Un año encerrado en un centro para drogadictos y durante ese tiempo ningún familiar lo visitará. 

Los padres no tienen planes de sacarlo de ese lugar antes de que termine el año. Hasta quizás ese tiempo sea muy poco. No está en sus planes tampoco que reciba fuera de ese sitio tratamiento médico, eso pese a que los nuevos estudios señalan que una persona que sufra de esquizofrenia y no siga la terapia tiene un 70 % más de probabilidades de recaer. 

Hace un par de semanas el joven se la ingenió para llamar por teléfono a su madre. Quería escucharla, sentirse protegido como cuando era un niño. La madre no tenía de qué hablar, solo balbuceó un par de palabras. Fin de la llamada.