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Alberto Miranda
La Manga de Mariano

Miércoles 07 Octubre 2015 | 04:00

Con la camisa arremangada y su sombrero manaba, Mariano Zambrano visitaba pueblos y recintos en La Manga de Cura; captaba la atención de los campesinos, recibiendo y transmitiendo el calor humano que, por cultura, Mariano lo sabe dar. Con abrazos se fundía con el sudor montuvio; gente hospitalaria que recibía la mano amiga que conjuntamente con las obras de los GAD de Manabí les generaban desarrollo y bienestar. En el discurso, sus palabras sencillas las lanzaba con el fuego del corazón y la pasión del que ama su tierra. Su mensaje se centraba en la pertenencia, “no se cambia de madre” decía, que los orígenes no se niegan y que la sangre nos hermana.

Llegó el 27, día de la consulta popular, se ratificó la pertenencia a Manabí. Al morir la tarde salimos a las calles de la leal Santa María a celebrar, el pueblo con alegría se envolvía con su bandera, la agitaban, bailaban. Más tarde, comenzaba la caravana encabezaba por el “Marianomovil”, el camioncito campañero. Me subí con Pablo Palma para disfrutar más de la fiesta. Mariano iba sonriente, respondiendo a su gente con pacíficos gestos de afecto y gratitud; contiguo a él: su equipo de trabajo, alcaldes y  líderes locales, hombres y mujeres que dieron todo por la causa. Por donde pasaba el Prefecto se destapaba la euforia; nosotros, alzábamos enérgicamente el puño, con la soberbia del triunfador, como queriendo romper el cielo. 
De allí viajamos a Santa Teresa, casi todo el pueblo estaba en las calles. Jóvenes aireados, con el pecho rebosante de orgullo, avivaban, con voz de trueno, a Manabí. Todo, a pesar de la suspicacia de que una vez terminada la elección se alejarían las obras. Sin que le pregunten, Mariano les respondió a las masas: “Ahora vamos a construir la carretera Santa Teresa-Puerto El Mate-Chone”. El júbilo aumentó; la gente decía: “No, no nos equivocamos”. En ese momento nos brindaban un rico trago “compuesto” de pitahaya. 
A la celebración se unió la Luna, dio su mejor espectáculo: el eclipse. Toda la caravana miraba el cielo mientras íbamos a El Paraíso-La 14 donde esperaba otro mar de gente. Allí, para hacer más inolvidable la noche, quisieron hacer presencia, desde el cielo, los dos legendarios y buenos hijos de Dios: Luis María Pinto y el “Padre Ferri”. Lanzaron agua bendita, bautizaron con lluvia al nuevo hijo de Manabí. 
La caña manabita alegraba aún más los ánimos; uno, bien entonado, me pedía que le regale mi sombrero, aceptó alegremente mi negativa y me dijo: La Manga ya no es del Cura, es de Mariano y Manabí. 
 
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