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Santo Domingo de los Tsáchilas
Santo Domingo: Las dos caras de la avenida 3 de Julio

Miércoles 30 Septiembre 2015 | 13:11

CORAZÓN COMERCIAL
Hablar de la avenida 3 de Julio es hablar de comercio, y de todo tipo: venta de ropa, calzado, bolsos y mochilas, telas, juguetes, bisutería, relojería, bazar y hasta animales vivos.
Según un censo socioeconómico del año 2011, el 39 por ciento (456) de quienes laboran en esta peatonal y sus calles transversales se dedica a la venta de ropa, siendo esta una de la actividad más importantes del lugar, seguido por el expendio de calzado en un 14 por ciento. 
Un comerciante autónomo de la peatonal invierte, aproximadamente, 1.000 dólares mensuales en ropa, 1.500 en zapatos, y 500 en artículos de bazar. 
Nelson Corella, presidente de la Federación de Comerciantes Minoristas 3 de Julio, destacó que hay quienes llegan hasta los 2.000 dólares.
Según los vendedores, la mercadería en su mayoría proviene de la Sierra y de países como Colombia, Perú. 
La ropa, por ejemplo, la traen del cantón Pelileo, provincia del Tungurahua; desde Quito, Guayaquil y hasta de Perú.
Los zapatos y zapatillas se adquieren en gran parte de Ambato, a igual que los artículos de bazar. 
Los comerciantes también se abastecen de los mayoristas locales.
“La mayoría depende de crédito en instituciones bancarias. Muchos se afianzan del ‘chulco’”, sostuvo Corella. 
Clemente Ortega, de 35 años, no quiso hablar de sus ingresos, lo que sí dijo es que hay días que se vende y otros no. Él es uno de los tantos que ya no opta por crédito. “Cuando el negocio era mejor lo hacía, incluso antes iba a Guayaquil a comprar la mercadería”, expresó el hombre.
De su parte, Germán Maya, director de Mercados y Comercio Autónomo del Municipio, afirmó que la municipalidad está programando un proceso para que los comerciantes “en lugar de sacar préstamos a chulqueros lo hagan mediante cooperativas de ahorro y crédito”.
En el 2013 el Departamento de Comercio Autónomo del Municipio informó que diariamente un comerciante informal de la zona obtiene un ingreso aproximado de 100 dólares, lo que estimaba que el movimiento económico en la peatonal sea de más de 100 mil dólares diarios.  
Sin embargo, en la actualidad Germán Maya expresa que calcular el flujo económico allí es incierto. “No podemos tener claridad de aquello, es incierto porque hay días en que allí va mucha gente y otros en que no y porque no se trabaja con una contabilidad, un libro diario. Por ello estamos capacitando a los comerciantes en contabilidad básica”, añadió. 
Maya acotó que están tratando de calcular cuál es el movimiento diario de cada uno de los vendedores, a través de la actualización de un censo.
Según el censo elaborado en el 2011, de los 1.195 puestos registrados en los bloques de referencia, 16 están destinados como bodegas u oficinas y los restantes (1.169) se encuentran ocupados por comerciantes, haciendo uso de cuatro metros cuadrados en promedio por puesto.
En lo que respecta a locales de prestación de servicios, señala el documento, la actividad principal está concentrada en gabinetes de belleza, que utilizan mano de obra calificada, pero sin las condiciones sanitarias adecuadas. 
“El 43% de la población del comercio autónomo oscila entre los 36 a 50 años, un 32% se encuentra en edades de entre 15 a 35, de 51 a 62 tenemos el 16% y un 9% de los comerciantes autónomos sobrepasan los 63 años”, describe el diagnóstico.
LA OTRA 3 DE JULIO
Cada 12 horas la peatonal 3 de Julio cambia de cara, se transforma.
En el día, durante la mañana y la tarde, es amenizada por el activo movimiento y bullicio comercial y el conglomerado que la atraviesa.
Reina el intercambio de palabras y dinero, risas, el ruido de las licuadoras, de la música, de gallinas, loros y de los vehículos que circulan por las calles transversales.  
Al caer el sol empieza la transformación. A media luz los comerciantes “alzan” sus puestos, algunos dejan barriendo. Se van poco a poco hasta dejar a los habitantes de la zona “acompañados” del silencio y oscuridad. 
Antonia Haro, moradora, dice que en la noche el lugar es desierto, “puro choro, empiezan a vender la bonita yerba. Desde las seis de la tarde en adelante usted por aquí ya no puede caminar. Ahí es cuando hay más delincuencia”, afirmó. 
Gladys Molina, quien tiene su puesto de venta de ropa entre las calles Cuenca y Riobamba, recuerda que antes los socios se quedaban en las noches haciendo guardia. “Ahora ya hay guardias porque es necesario, porque los ‘dueños de lo ajeno’ pasan haciendo sus cosas el rato que ellos quieren”, refirió.
Al respecto, Nelson Corella, presidente de la Federación de Comerciantes Minoristas 3 de Julio, informó que cada una de las 13 asociaciones que trabajan en la zona tiene dos guardias, quienes usan un tolete y un gas pimienta. 
“La 3 de Julio pasa resguardada al menos en las noches, en la mañana a veces la Policía da vueltas”, sostuvo.
El dirigente aseguró que las personas que más roban en su mayoría son menores de edad, incluso niños y embarazadas.
“Antes, delincuente que cogíamos, delincuente que garroteábamos. Pero no es que en la peatonal haya peligro, porque nunca ha habido crímenes ni saqueos, lo que hay solo es el arranche y hurtos (de carteras y bolsos)”, manifestó. 
Carlos Salinas, otro comerciante, señaló que antes para combatir la delincuencia se usó como arma preventiva un pito para llamar a la gente y ahuyentar a los ladrones. Entonces era prohibido delinquir, tuvimos éxito, de esa forma logramos que ya no ataquen a los clientes”, mencionó.
Rosa Collahuazo tuvo una mala experiencia en la peatonal. Hace un tiempo uno de sus hijos le regaló una cadena de plata, pero a los pocos días se la robaron.
“No podemos andar con nada valioso, en la noche no podemos circular por el parque Central, para salir hay que dar la vuelta por la Ibarra y 29 de Mayo”, expresó la mujer quien vive en la esquina de la calle Ibarra.  
Una de las situaciones que incomoda no solo a los habitantes sino también a los comerciantes del casco urbano, es la presencia de un grupo de trabajadoras sexuales en los bajos del Municipio. 
Ellas son parte de la Asociación de Trabajadoras Sexuales “Las Barbies”. 
“En las esquinas se ubican las mujeres, pero ellas no andan solas”, expresó una de las vendedoras del sitio. Ella cree que aquello trae inseguridad. 
“Antes uno paseaba de noche y regresaba tranquilamente a la casa, no había problema, ahora no hay cómo salir porque enseguida le roban”, afirmó José Piñeiro, comerciante.
Robin Castillo y Miguel Sánchez, también minoristas informales, creen que falta seguridad. 
Pero, no todos piensan igual, hay quienes exponen criterios positivos. 
Para Francisco Palacios no hay mucha delincuencia porque hay bastante gente, Norma Sanga también está a gusto con el trabajo de los guardias.  
“La seguridad ha mejorado, los policías pasan por aquí, en el día es tranquilo”, manifestó de su parte, Clemente Ortega, de 35 años.
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