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ALFREDO SALTOS GUALE
Marginación a científicos nacionales

El drama candente de Yachay develiza injusticias respecto al trato a los investigadores ecuatorianos, muy particularmente a los que han hecho del trabajo en el campo y las universidades agrícolas, la razón de su existencia.

Sábado 29 Agosto 2015 | 04:00

 Reivindicarlos se torna en obligado compromiso de la sociedad civil. 

Mientras, en ese “centro de excelencia,” que navega en un mar de dudas e inculpaciones entre directivos, premiando a sus miembros con remuneraciones groseras, los nuestros, los de institutos públicos y  universitarios, padecen con sueldos de miseria y escasez frustrante de recursos para operar sus laboratorios.  
Se trata de talentos criollos, formados con sacrificio en universidades americanas, europeas y asiáticas, con maestrías y doctorados adquiridos con lauros, inconcebiblemente invisibles a los “caza talentos” de Yachay, de millonario costo. 
Será porque ya han traspuesto la barrera de los sesenta  o porque no los acompaña un rimbombante apellido  o porque simplemente son ecuatorianos, desconociendo que  dieron lumbre a la nación,  sobresaliendo en otras latitudes, y algunos aún lo hacen.  
Varios han tenido la gentileza de contactarme, luego de la lectura de un artículo de mi autoría publicado en otro medio, titulado “Urge activar la investigación agrícola”, y para decirme aquí estamos, dispuestos al retorno y a colaborar con el verdadero cambio social y económico de la nación, que se sustente en el desarrollo de las actividades productivas del agro.
Paralelamente, se ha evidenciado actitudes despóticas y dictatoriales, para desalojar de sus funciones a directivos de INIAP, sin tomar en cuenta su experiencia y honestidad.
Como lo acontecido con el jefe de la estación de Portoviejo, que fue desarraigado de su cargo sin observar su prestigio y  carrera profesional sin tacha, sin cuantificar adecuadamente sus aportes, solo por su edad, pero intacta lucidez. 
Es muy difícil que líderes políticos, sin conciencia rural, ajenos a las necesidades del sector, acepten que el país ha crecido gracias a los resultados de la investigación agrícola, cuya inversión es de alta rentabilidad social y económica, frente a un insuficiente apoyo estatal.
Mientras, al INIAP, desprovisto de su autonomía, eliminando a los miembros privados de su directorio, se lo minimiza ubicándolo en el círculo burocrático de la Senescyt.
Se ignora que su centralidad agrícola, con sitios de experimentación en distintas regiones del país, como diversa es su geografía y clima, requieren más bien urgente rehabilitación y no desmantelamiento de su invalorable capital humano.  
 
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