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Montecristi
Tejido de sombreros recupera su espacio

En 58 años, José Delgado asegura haber elaborado más de 500 sombreros de paja toquilla.

Viernes 21 Agosto 2015 | 08:30

Dice que empezó a tejer desde los siete años. Ahora tiene 85 años. Hace 20 dejó de dedicarse a esta actividad. 

Delgado es habitante de la comuna Pile, en Montecristi, donde el tejido de sombreros es una tradición que supera los 150 años, dicen los historiadores. 
Contó que dejó de tejer sombreros porque este negocio no era rentable.
Con aquello coincide Pedro Espinales, un extejedor de la comuna y ahora un hombre de la agricultura.
Espinales aseguró que en 20 años elaboró sombreros gruesos, finos y extrafinos, pero después dejó de hacerlo porque nadie pagaba el valor real de estos accesorios.
Lo mismo ocurrió con otras personas en esta comuna, ubicada en la zona rural de Montecristi.
Así, el tejido de sombreros de paja toquilla, cuyo proceso tarda más de seis meses, dejó de ser una actividad rentable. La gente se dedicó a otras actividades. Lo que era un trabajo tradicional amenazaba con desaparecer.
Para recuperarlo, en la comuna se construyó la Escuela Taller de Arte y Oficio Pile. 
El objetivo era no dejar morir la costumbre. Es que, según información de la escuela, hasta hace tres años los únicos que tejían en la población eran adultos mayores, y había muy pocos. Fue entonces cuando se emprendió un proyecto para fomentar el tejido del sombrero. 
Ayer, Delgado y Espinales acudieron a la escuela para confirmar que esta tradición de Pile no morirá. Ellos habían pensado que desaparecería, hasta que vieron a 15 jóvenes y cinco adultos titularse como artesanos de sombreros finos. 
“Me da emoción ver que nuestra costumbre seguirá intacta en manos jóvenes”, mencionó Paola Anchundia, de 77 años de edad. 
La que se graduó ayer es la primera promoción que incorporó el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura. Todos recibieron talleres durante dos años. 
Juan Carlos Anchundia, de 17 años, es uno de los nuevos artesanos. Él entró sin saber tejer, y ahora sabe de sombreros gruesos, finos y extrafinos. 
Reconoció que le fue duro aprender este arte y que ahora se siente feliz de saberlo. Él será un profesor para otras generaciones. El proyecto del ministerio es que se multiplique en Pile el tejido del sombrero de paja toquilla. 
Otro grupo. Actualmente hay otros 18 jóvenes que se capacitan. Llevan un año de estudio. 
Keila Espinal es parte de esta futura promoción. 
Indicó que se motivó a aprender porque, a diferencia del pasado, ahora el sombrero es mejor pagado. Ella aspira montarse un negocio y exportar sombreros finos. 
A Karina Ordóñez le interesó más rescatar la tradición, por eso ingresó a la capacitación junto con un hermano. Ahora en casa de ella tejen junto a sus padres.   
Un sombrero grueso puede tejerse hasta en dos meses. El fino en cuatro y el extra fino hasta en siete meses, según se informó. 
El primero suele costar hasta 50 dólares, el segundo llegar a los mil y el tercero puede costar más de mil. 
Según los estudiantes, todos los materiales, incluida la paja toquilla, los facilita la escuela de capacitación. Los cursos son gratuitos, de lunes a viernes.
Proyección. Arturo Sacoto, presidente de la Junta Provincial de Defensa del Artesano de Manabí, cree que todo no debe terminar con la titulación. Consideró que a esta primera promoción de tejedores de sombreros finos se los debe asociar para trabajar en nuevos proyectos de emprendimiento.     
Hizo un llamado al Instituto de Patrimonio Cultural para que siga apoyando a los incorporados. Una de las ideas de Sacoto es que la entidad canalice las ventas de los sombreros que elaboren.
“El Patrimonio Cultural tiene la obligación de apoyar y no abandonarlos” anotó el dirigente. 
Karina Arteaga, directora regional del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, dijo que no todo acaba en la graduación de los primeros 20 artesanos de sombreros finos del país, sino que continuarán hacia otras metas.
Para esto, aclaró, el grupo ya fue asociado en el Ministerio de Productividad.
Lo que se viene a futuro será registrar la marca Pile en los sombreros, a través del Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual. 
Arteaga reveló que también existe un compromiso de buscar las conexiones internacionales para vender los sombreros y evitar los intermediarios, que adquieren los sombreros a menos de 500 dólares en Pile, pero que en el exterior suelen venderlos en sumas más elevadas. 
La funcionaria mencionó que en la escuela de capacitación se ha instalado acceso a internet para ir promocionando los sombreros.
“No podemos dejar esta artesanía que por años estuvo abandonada y que ahora hemos rescatado. Tenemos el sombrero más fino del mundo”, sentenció Arteaga. 
El sombrero de paja toquilla fue declarado por la UNESCO Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. 
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