Su objetivo era hacerlo de forma profesional.

A los 18 años emigró a Riobamba desde su natal Marcelino Maridueña, provincia de Guayas.

Cumplidos sus 19 años, se graduó de árbitro.

“Rosita”, como es conocida, inició en etapas amateur hasta que logró llegar a la primera categoría en el arbitraje profesional.

En el año 1998 cumplió su sueño; como asistente ella pitó en la serie A y B del balompié ecuatoriano. 

“En este mismo año logré otro de mis objetivos, ser árbitro asistente FIFA, por la cual luché muy duro para lograr ese merecimiento”, refirió. 

Con este título, años después, se convirtió en la única mujer árbitro del país que haya estado como cuarto juez en un partido de Copa Libertadores, cuando Olmedo de Riobamba disputaba el certamen. 

En el 2004 fue seleccionada por la FIFA para participar en el Mundial Femenino Sub 19 de fútbol en Tailandia.

Hoy es instructora de árbitros.

 Al momento de tomar la decisión de renunciar a su carrera que tanto amó, “Rosita” cuenta que se llenó de nostalgia.

El motivo fue por el estado físico en el que se encontraba a sus 38 años de edad, cuando empezó a sufrir lesiones musculares.

“Uno hay que ser realista, empecé a notar que la edad ya no me daba para realizar mi trabajo. La curva recta empezó a descender y tuve que aceptar la realidad, es por eso que el 1 de enero del 2012 puse mi renuncia”, explicó la mujer, quien es madre de una niña.

Ahora “Rosita” imparte sus conocimientos en la Federación de Árbitros del Ecuador.

Asume que quiere que el género femenino esté dirigiendo en las canchas del país, y porque no a nivel internacional.