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Las obras ‘Frankestein’ y ‘El Vampiro’
Frankenstein y El vampiro, mitos De una noche

En el año de 1816 no hubo verano en el hemisferio norte, debido a que una erupción volcánica ennegreció el cielo causando calamidad.

Domingo 02 Agosto 2015 | 03:00

 “Me sorprendió que la erupción de un volcán a mediados de 1815, en Indonesia, hubiera sido una de las causas eficientes del nacimiento en Occidente de la moderna leyenda del vampiro y de la pesadilla del ser viviente hecho con fragmentos de cadáveres. 

Se trata de un fragmento de la novela “El año del verano que nunca llegó”, del escritor colombiano William Ospina, considerado una de las voces literarias más importantes de Latinoamérica.
 
Efecto mariposa. Tras su aclamada trilogía de la conquista de América, Ospina salta del siglo XVI al XIX para ahondar con esta novela, editada por Literatura Randon House, en otra de sus obsesiones, el Romanticismo, e indagar en el mecanismo de creación de los mitos, al tiempo que aprovecha para clamar por la defensa de los “sueños de libertad frente a los poderes que controlan el mundo”.
Una novela en la que Ospina se vio “forzado” a convertirse, por primera vez en su vida, en personaje de su propio relato, en protagonista de la búsqueda “con perspectiva” de todas las piezas del “mosaico” que dio lugar al nacimiento simultáneo, en aquel extraño verano, de dos mitos icónicos del terror: “Frankenstein” y “El Vampiro”.
“Ese verano -recuerda Ospina- se reunieron durante tres días en una mansión de Suiza, llamada Villa Diodati, junto al lago Leman, varios protagonistas del Romanticismo, con Lord Byron a la cabeza”. 
Algo que Lord Byron y sus invitados desconocían, por lo que vivieron aquellos días en un ambiente cargado de misterio y nerviosismo, entre relámpagos, terribles ráfagas de viento y relatos de terror leídos en voz alta, junto al gran fuego de la chimenea.
Los acompañantes de Byron eran su médico personal John Polidori, el poeta Percy Shelley, Mary Wollstonecraft, Claire Clairmont, hermanastra de Mary y amante de Byron, así como la condesa Potocka y Matthew Lewis.
Fue precisamente Lord Bayron quien les propuso a todos ellos, en aquel contexto, que escribiesen un relato de terror. Solo Polidori y Mary Wollstonecraft asumieron el reto.
Ella compuso “Frankenstein o el moderno Prometeo”, que publicó en 1818, y Polidori creó “El Vampiro”, que publicó anónimamente en 1919, y que reproducía rasgos de Lord Byron, y que más tarde sirvió en parte de inspiración al irlandés Bram Stoker para su obra “Drácula”.
“En “Frankenstein” se puede apreciar -enumera Ospina- las dudas por la vida artificial, por la vida después de la muerte, sobre si el cuerpo es separable del alma, si la vida es solo una función o es algo más.  En “El Vampiro” también está la cuestión de la vida después de la muerte, pero también el carácter voraz del amor, esa capacidad de absorber la vida del otro bajo la metáfora de chupar su sangre”.
 
romanticismo. Por eso, Ospina está convencido de que el Romanticismo no responde a las necesidades de una época, principios del XIX, sino “a las necesidades profundas de la humanidad, de su relación con la naturaleza, que es para nosotros -afirma- una pregunta urgente”.
“En la novela “El año del verano que nunca llegó”  palpita la sensación de que formamos parte del horizonte natural y que una gran conmoción del clima puede afectar profundamente a la cultura y a la imaginación, a la fantasía, y a la sensibilidad, a la capacidad de concebir cosas.
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