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Orlando Barcia Farías
Manabí y la revolución ciudadana

Es la hora de reflexionar sobre la revolución ciudadana, 8 años con este modelo de gobierno, que de manera progresiva pierde espacios. Juntos analicemos varios aspectos.

Viernes 24 Julio 2015 | 04:00

 El rol de asambleístas manabitas, casi nulo, está pasando desapercibido, sus rendiciones de cuentas no satisfacen al soberano. Los políticos de PAIS, capítulo Manabí, que perdieron últimas elecciones están relegados, lo cual es lamentable para este movimiento, lo elemental, ubicarlos en puestos de relevancia, en especial a Félix Alcívar, a mi parecer un buen cuadro político.

Los intelectuales y profesionales manabitas, sean o no de PAIS, no son considerados para puestos jerárquicos regionales, nacionales e internacionales; y si los hay, el número de dedos de las manos es exagerado. ¿Merecemos o no este trato?
Las carreteras manabitas, en deterioro, como la Manabí - Guayas, de vital importancia para la matriz productiva, y para el “buen vivir”, la que se encuentra en franca destrucción, gracias a la brillante idea de ministros de Transporte y Obras Públicas, y del propio presidente, de construirla de asfalto, soslayando al hormigón rígido, y solamente de 2 carriles, cuando en época de campaña se decía que era necesario construirla de cuatro.
El aeropuerto de Portoviejo dejó de existir, sólo existe el espacio físico, pero el de Manta, al que se le iba a dar una mayor funcionalidad internacional, lo viene haciendo con una limitada demanda y no se ven las ofertas planteadas de fortalecerlo.
La ruta Manta – Manos está quedando en palabrerías, con una vía Portoviejo – Pichincha, que cada día cuesta más y con mayores atrasos que avances. La Refinería del Pacífico, no avanza.
Docentes con sobre explotación laboral, que viene ocasionando aparición de enfermedades gastrointestinales, desintegración familiar, y que están siendo evaluados con sistemas tradicionales, ya que las pruebas escritas no es el mejor instrumento para calificar a un maestro como malo o bueno. Hay otros parámetros de evaluación y clasificación.
Docentes universitarios apáticos, irreflexivos, tímidos, que han perdido la brújula del quehacer docente; solo cumplen deberes, pero no exigen derechos, contemplados en la Constitución, en estatutos y reglamentos, y que se contentan con la intervención en sus universidades, y con la presencia de decanos, vicerrectores y profesores de otros lugares de la provincia. Con sueldos irrisorios, bajos, y que a pesar del incremento de la jornada laboral y del cumplimiento de nuevas exigencias, las remuneraciones no alcanzan para vivir con dignidad, y poder sustentar a la familia. ¿Será que el docente está contento o temeroso? ¿Será que lo mejor es callar, porque si me pronuncio me persiguen? 
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