Actualizado hace: 937 días 17 horas 34 minutos
Alfredo Saltos Guale
Encíclica ecológica

Sábado 20 Junio 2015 | 04:00

Las encíclicas son cartas solemnes que emplea el Papa, prevalido de su enorme investidura moral, para comunicar su pensamiento, de general respeto y admiración. En esta ocasión ha difundido la llamada ecológica, “Alabado seas, mi Señor”, sacudiendo la conciencia mundial por el deterioro de la naturaleza, impulsado por el hombre, prisionero de una conducta consumista, demandante de energías fósiles para industrias que emiten, de manera irresponsable, gases que provocan cambios incontrolables en el “bien común”, el clima, con directa afectación a los más pobres.

Es una descarnada crítica a los fracasados líderes mundiales, incapaces de adoptar, en las diferentes cumbres, acciones terminantes que reduzcan los efluvios tóxicos, sin asumir obligaciones, ni metas tangibles que impidan la catástrofe. Hay que detener la subida del promedio de temperatura mundial en dos grados centígrados hasta el 2100, pues de continuar la nociva tendencia, se elevaría en cuatro grados, con extremas que podrían llegar hasta diez, en los días más calurosos, que ya se perciben, en especial los ubicados en latitudes menores como las ecuatoriales, sujetas a sequías espantosas, en unos casos, o inundaciones indetenibles, invasión de los mares y lluvias torrenciales, en otros. 
Exige a las grandes empresas petroleras y a los mercados financieros que impidan que la tierra sea un depósito de inmundicias, producto de la cultura extractiva que campea en el orbe. Es una contundente presión a la próxima Cumbre del Clima, a reunirse en París, a que cierre de manera concreta acuerdos que obliguen a las potencias planetarias a reducir significativamente las emisiones y asignen recursos para compensar los daños ocasionados a sociedades que no las han causado, pero que sufren los mayores desastres, impregnados de desolación, miseria, hambruna, desocupación e inmigración peligrosa. 
Exhorta a quienes ostentan recurso y poder a ejecutar, sin dilaciones y vocinglería, políticas que reduzcan la presencia de anhídrido carbónico y otros gases sucios, que restauren la tersura atmosférica, reemplazando combustibles fósiles por energías renovables. Recaba de los políticos que asuman programas de adaptabilidad y mitigación, que asegure provisión sostenida de alimentos, creación de fuentes seguras de trabajo. Demanda capacitación para que todos adopten conductas ambientalistas. El edicto ha merecido casi unánime aceptación, con minúsculas, pero interesadas observaciones.
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