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Universi Zambrano Romero
Thomás de Berlanga, Bahía y Galápagos (i)

Voy a iniciar una serie de entregas relacionadas con la historia y proyecciones de nuestras islas encantadas de Galápagos, Patrimonio Natural de la Humanidad..

Martes 09 Junio 2015 | 04:00

A Thomás de Berlanga se lo recuerda sólo por haber sido el descubridor del  Archipiélago de Galápagos; pero, lamentablemente no se conoce en su debida dimensión a este personaje que dejó una honda huella en Nuestra América, no sólo como clérigo misionero, sino como un hombre sabio, luchador por los derechos humanos de los nativos amerindios, y esclarecido visionario. 
Su verdadero nombre fue Thomás Martínez Gómez, nacido en Berlanga del Duero, provincia de España, en 1485.  Provino de  una familia de hidalgos campesinos. Su vida se inicia con la finalización de la reconquista española y el descubrimiento de América en 1492. Indudablemente estos dos hechos influyeron  notablemente en su vida y en sus actuaciones futuras.
Ya adulto, renuncia a sus apellidos de familia y adopta el apelativo  “de Berlanga” el lugar de su nacimiento, lo cual era muy común en esos tiempos. Muy joven ingresó al convento de San Esteban, precursor de la Universidad de Salamanca, el 10 de mayo de 1508. En muy poco tiempo,  en 1509 fue ordenado sacerdote dominico. Eran los tiempos del Siglo de Oro Español. San Esteban y posteriormente la Universidad de Salamanca fueron los  impulsores de las primeras misiones hacia América a través de Domingo de Mendoza y Loayza, incansable promotor de los primeros institutos dominicos en la Isla Española (actual República Dominicana) que por eso lleva su nombre hasta la actualidad.
El 3 de octubre de 1508, el Cardenal Cayetano desde Roma autorizó el envío de 15 misioneros dominicos hacia América, entre los cuales se encontraba el nombre de Thomás de Berlanga, que arribó a La Española en el mes de diciembre de 1510. Ellos fueron recibidos por el célebre defensor de los indios Bartolomé de las Casas. Enseguida abrieron una escuela para indios y españoles.
El grupo de frailes dominicos estaba dirigido por Pedro de Córdova, que fue el primero en denunciar los terribles maltratos que se daban a los “naturales” o nativos (que no me agrada llamarlos “indios”)  por parte de los peninsulares. Esa protesta generó una larga controversia que duró un siglo entero. El mayor repudio era por la encomienda en base de la cual se explotaba a los “naturales” en forma inhumana. 
A consecuencia de esta denuncia, se dio el célebre sermón pronunciado por Antonio Montesinos, fraile dominico, con la ayuda de Thomás de Berlanga y Pedro Córdova. A esa misa asistió Diego Colón, hijo del descubridor. “Soy la voz que clama en el desierto”, dijo entre otras palabras el cura Montesinos. “Todos estáis en pecado”, refiriéndose a los españoles, por consentir la explotación y el maltrato que se daba a los nativos, a quienes los calificó de seres inocentes. Montesinos es el pionero, el precursor de la lucha en defensa de los derechos humanos de los amerindios, aunque luego esa bandera de lucha la tomaron con fervor Thomás de Berlanga y Bartolomé de las Casas…
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