Actualizado hace: 938 días 5 horas 3 minutos
Dr. Vicente Espinales Tejena
El líder de un estado

Muchos viven la fantasía de serlo. Y la equivocación entonces aflora.

Lunes 08 Junio 2015 | 04:00

 
Líder por conducir un Estado. Por ser partícipe de programas en muchas ocasiones internacionales. Como quien dice, ya todo está hecho. Líderes por ofrecer discursos y más discursos manifestados esto se ha hecho y esto se va a hacer. Creemos que estamos equivocados. Aunque la intención puede ser propia y respetada. No equivale a aceptarla desde un punto de vista reflexivo. Aunque la historia universal nos cuenta de ciertos líderes y lideresas que han conmovido la política administrativa del mundo. 
Pero tenemos nuestra propia opinión. Porque en muchos Estados del mundo los llamados líderes se encuentran dentro de su gobierno con un déficit en los diferentes rubros sociales que demanda la humanidad. Como son: educación, salud, vialidad y lo que es sumamente llamativo y tendencioso. La pobreza. De allí la preocupación por hacerle frente a la oposición. En donde justamente se encuentran los verdaderos líderes. Si aquellos que le hacen frente a los mandatarios, esos que se organizan en brigadas, que realizan manifestaciones, que se enfrentan a la fuerza de represión. Que no se convencen de la palabrería de balcón. Que saben que tarde o temprano triunfarán aunque terminen bañados en sangre o llevados a prisiones. 
Los líderes desde luego, los verdaderos, son lo que ofrecen el cambio. Ese cambio frente a la realidad. Una realidad que en muchas ocasiones altera el sentido cívico o de conducción. Una aparente realidad que no convence. Y que en algunas ocasiones deprime, tortura, y somete al ser humano a desvíos imparables. 
El conducir un Estado constituye la prueba más difícil dentro de las ciencias políticas. Y es que no puede ser un verdadero político de la noche a la mañana. Aunque muchos sigan creyendo en el zum político. Como dicen los jóvenes “eso es cosa pasada de moda”. 
Por cuanto la política sigue siendo la ciencia más pura para el ser humano. Y hay que estudiarla y aprenderla desde temprana edad. Las improvisaciones siempre traen resultados contradictorios. 
Debemos creer en los verdaderos líderes. Esos que luchan permanentemente por los cambios sociales. Esos que se desprenden de todo egoísmo para protestar y hacer que la bandera de la verdadera revolución se enarbole por el bien de un pueblo que necesita algo de felicidad, para seguir viviendo. 
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