Actualizado hace: 939 días 6 horas 32 minutos
Bernardo Avellán Vélez
Entre la mente y la conciencia

La mente (psiquis) es el único atributo humano que nos diferencia de los animales. Es el vehículo por el cual se manifiestan los pensamientos, ideas o motivaciones que se originan del mundo superior mental. La mente humana se establece en una de las zonas del cerebro más evolucionadas del hombre: el cerebelo y glándula pineal; y es desde ahí que nacen las ideas, proyectos y anhelos.

Martes 05 Mayo 2015 | 04:00

Para aquel que se estudia a sí mismo, el dominio de la mente humana es el principal objetivo y escollo, ya que, como dijo el filósofo gnóstico Samael Aum Weor: “Nuestra mente es un potro salvaje que hay que saber domar, de lo contrario nos llevaría por los caminos más escabrosos de la vida”. Dentro del estudio gnoseológico, la mente es un extendido laberinto de mil y un recodos, donde se almacenan los recuerdos agradables y desagradables de nuestra existencia, a manera de archivos informáticos, y que van desde el odio al amor.
Para tener una idea cabal de lo que es la mente y sus aspectos divergentes, la gnoseología (ciencia del conocimiento interior), la divide en tres aspectos bien diferenciados, dándonos una aclaración al respecto.
En primer término poseemos una “mente sensual”, la que fabrica sus conceptos de contenido mediante lo que ve, (percepciones sensoriales externas). La mente sensual es terriblemente grosera y materialista, no puede aceptar nada que no haya sido demostrado físicamente. Indudablemente, la mente sensual nada puede saber de la verdad de los aspectos espirituales.
La “mente intermedia” es notablemente diferente, sin embargo, tampoco sabe nada en forma directa sobre lo real; se limita a creer y aceptar, cuestionar y rebatir. En la mente intermedia están las creencias y dogmas de la religión, las ideologías políticas, el moralismo como filosofía de buen vivir. Es aquí donde todo se cree y se acepta de acuerdo a nuestros intereses personales. En este estado mental nos encontramos la mayoría de seres humanos.
Finalmente tenemos la “mente interior”, la que nos vincula con el real ser; esta es fundamentalmente para la experiencia directa de la verdad. La mente interior elabora sus conceptos de contenido con los datos aportados por la conciencia del ser, que incuestionablemente puede vivenciar y experimentar lo real. No hay duda de que la conciencia sabe la verdad y necesita del mediador de la “mente interior”, como herramienta de acción para manifestarse.
Aquí nace la fe auténtica del ser humano, aquella fe de la que hablaba Jesús, el Cristo. Abrir la mente interior sería lo indicado a fin de salir del mundo de las dudas; esto significa que mediante este estado mental superior nace la fe consciente. Pues el que tiene fe verdadera ya no necesita creer.
 
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