Nuestros campesinos manabitas se caracterizan por hacer producir a nuestra tierra en su duro y laborioso trabajo agrícola, que lo realizan con tenacidad y gran esfuerzo; es así que nos toca señalar que La Manga del Cura se inició en tierras manabitas, lideradas por el cura Luis María Pinto, que salió desde Calceta en aquella campaña evangelizadora, iniciando la trocha los valientes montuvios manabitas, hombres audaces, que fueron desbrozando toda selva que encontraban a su paso para ir poblando estas tierras con gente nuestra y formando diversos cacerías de manabitas, con nombres propios e identidad de nuestras costumbres de manabitas.

Con dignidad y honor los manabitas defenderemos nuestra heredad territorial de esta provincia, recordemos que en el año 1910, con motivo de la invasión peruana, el conspicuo estadista manabita Eloy Alfaro en primera fila detuvo las tropas invasoras, para ulteriormente pronunciar esta frase: “Os entrego la patria intacta”. Aquí si quedó refrendado que el Ecuador ha sido es y será país amazónico. El manabita, en la conciencia nacional se identifica por ser trabajador, honesto, leal; rechaza el regionalismo y expansionismo avasallador de los guayacos, que muchas veces los hemos damnificado sin recibir réditos. Los manabitas somos respetuosos del derecho, amantes de la justicia, teniendo nuestra propia personalidad con caracteres distintivos junto a sus bellas mujeres, a quienes les rendimos pleitesía y especial deferencia.

El orgullo de los manabitas se sustenta en la unidad y ese vínculo de solidaridad se da por la necesidad imperiosa de seguir viviendo arraigado al terruño, para saberlo querer y defender cuando se nos ha pretendido quitar lo nuestro; no permitiremos ninguna desmembración territorial, como lo hizo el manabita teniente coronel Simón Valentín Delgado Gutiérrez, soldado de Alfaro, padre de Valentín Delgado Cepeda, quien a la vez fue padre de doña Norma Delgado Rendón, madre de Rafael Correa Delgado. Si vuestras raíces son de manabita y liberal, no esperamos que nos den la estocada letal de dejarnos sin agua y sin ese derecho ecuménico a la vida. Y la vida es agua. ¡Viva la patria chica, viva Manabí!