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José Ramón Moreira Aliatis
Consumir lo que realmente importa

Con esto que está a la moda y en boca de todo el mundo, la salvaguardia, nos estamos enterando de cosas increíbles en donde todos y todas estamos inmiscuidos, que son de práctica común y que creíamos que solo ocurría en las élites y no en el mundo subterráneo de las sociedades. Nos permitiremos hacer algunas pequeñas precisiones.

Viernes 01 Mayo 2015 | 20:06

 Ecuador, en la mitad del mundo, tiene el privilegio de estar frente al Pacífico y goza de una riqueza fabulosa de peces, de tal manera que es el tercer productor del mundo de conservas de atún, que  nosotros le llamamos “albacora”. 

Me desayuno que entre las restricciones que el Estado ecuatoriano soberanamente ha tomado,  está grabado con el 45 % de sobretasa un producto comestible denominado “caviar”, y es el bendito huevo de un pescado que se llama esturión, y que el de mejor calidad su hábitat está mayormente en los mares Caspio y Negro en Eurasia. Algo más que se puede decir es que es muy caro, paté de huevas de pescado, pero el remate es que nuestro paladar no identifica esos placeres, aunque, también para los gustos poco finos hay el artificial, para que los clientes sean engañados fácilmente…y de esos hay cantidades.
Nuestro mar nos da la doradilla (dorado), pez abundante que tiene unas huevas para nuestro sabor  exquisito y con precio tan barato que da pena que mucha gente no sepa lo que tenemos.
Dulces, confites, caramelos. Los que somos del tiempo de la yapa sabemos de golosinas; ¿y por qué?, porque ese era el premio por preferir una tienda donde se hacían las compras, aunque eran simples dulzuras azucaradas (colaciones).  Resulta que el Ecuador importó 60.000 quintales de ricos dulces, con el costo de $ 74 millones de dólares, entre los años 2013-2014 (d/El Comercio), lo que resulta una locura teniendo suficiente fábricas nacionales para cubrir esa demanda.  Y qué decir de las frutas. Tenemos las mejores del mundo, no solo que son riquísimas a las papilas gustativas sino que son medicinales, nutritivas, energéticas; y las hay de todo género: de ciclo corto y de árboles. Y el colmo de los colmos: consumimos al año más de 700 millones de frutos de afuera.
Los licores, los zapatos, qué decir de esa mercancía, pero con tal que sean del exterior preferimos consumirlos y no lo que producimos casa adentro.
Es muy bueno “hablar de la cultura del ahorro”, es importantísimo lo que nos está pasando; la mejor manera de aprender es en base a la experiencia propia; la naturaleza con nosotros ha sido demasiada generosa y eso de alguna manera nos ha hecho daño. Somos demasiado mano abierta, somos regalones, mucho más con el dinero que no es nuestro; pensamos que toda la vida lo tendríamos y los resultados nos han demostrado lo contrario. Así es que, pueblo, debemos ajustarnos los pantalones.
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