Cientos de fieles y visitantes se congregaron ayer en la Catedral Metropolitana de Quito para admirar este cortejo, también conocido como “La Reseña”, que se basa en un antiguo rito romano que rendía culto a un “general muerto” en batalla y devoto de Cristo.
El ritual, que se celebra cada Miércoles Santo, fue traído en siglo XVI por los colonizadores españoles desde Sevilla.
Cinco primados (arzobispos u obispos) encabezaron la procesión por los pasillos de la Catedral quiteña, vestidos de blanco y en sus cabezas unas capuchas negras unidas a capas largas y negras o caudas, de hasta cinco metros de largo.
Al ritmo de una marcha fúnebre entonada por el órgano de la Catedral, los primados, seguidos por miembros del colegio cardenalicio, caminan y arrastran las caudas negras por el suelo en señal del “perdón de los pecados”.
El arzobispo de Quito, monseñor Fausto Trávez, vestido con una túnica dorada y púrpura también recorrió el trayecto portando la cruz “Lignum crucis”, una reliquia de oro y piedras preciosas que en su centro tiene impregnados fragmentos de “la verdadera cruz de Cristo”.
El cortejo termina en el altar mayor donde los primados esperan, primero de rodillas y luego acostados boca abajo, la bendición de una enorme bandera negra con una cruz roja en el centro, que es flameada por el arzobispo.