Se trata de Margarita Suárez, una mujer que en su casa se dedicó a cuidar de perros callejeros y de varias familias de gatos que hicieron suyo el amor que les profesaba brindándoles alimento y protección.
A principios de marzo, doña Margarita, como era conocida por sus allegados, enfermó y pidió trasladarse a su natal Cuernavaca para restablecerse.
La señora no pudo mejorarse y murió.
Su hija, Patricia Urrutia, publicó la noticia en Facebook junto con un detalle al que calificó de “maravilloso”.
Cuando el cuerpo era llevado a la sala de velaciones aparecieron varios perros desconocidos que acompañaron al féretro.
Señala que en un momento, los canes empezaron a jugar e interactuar con las personas. “Como en una fiesta”, escribió Urrutia.
Los animales se quedaron toda la noche y por la mañana se fueron, excepto uno que se quedó frente al ataúd. Una hora después volvieron los demás.
Veinte minutos antes de que el cadáver fuera llevado para la cremación, los canes se levantaron y volvieron a saltar. Después se fueron de la misma forma.
La mujer dice que vio a esos perros como si fueran unos ángeles.