Actualizado hace: 940 días 21 horas 25 minutos
Ricardo de la Fuente
¡Saludos de don Filemón!

Hace unas semanas, me hice un lindo regalo. El auto-obsequio consiste en un mueblecito cuadrado, de madera clara, parecido a un cajón, que simula una radio antigua, de aquellas que sólo tenían tres perillas y un dial luminoso. El aparato no sólo es una radio de muy buen sonido, sino que también acepta discos compactos y, para más modernidad, también tiene un “puerto” donde insertar una memoria electrónica. O sea que de antigua, sólo tiene la pinta.

Martes 31 Marzo 2015 | 04:00

Pero la parte que me sedujo se encuentra levantando la tapa superior, que deja al descubierto un plato redondo y el correspondiente “pick-up”…¡para escuchar discos!
Apenas llegué a casa escogí el rincón de la sala, desempaqué, enchufé y corrí a reencontrarme con mis viejos discos de vinilo, porque yo soy de aquellos veteranos que se han negado tercamente a regalar o botar a la basura esas reliquias que, aunque no las usábamos ni les veíamos mayor futuro, eran parte de las mudanzas y quedaban guardadas celosamente en algún rincón a la espera de que alguien inventara, precisamente lo que yo acababa de comprar. ¿Verdad que usted tampoco tiró a la calle los discos que escuchaba cuando era joven?
Con emoción recorrí los sobres de cartón y allí estaban, resucitados, Louis Armstrong, Duke Ellington, Los Beatles, Toña la negra, Aníbal Troilo, Sosa, Edmundo Rivero y otros músicos y cantantes argentinos, pero también los Miño Naranjo, Benítez Valencia, Enrique Males y de pronto, asoma una carátula titulada “Atardecer Manabita”, en cuya placa Laurita Macías interpreta a su padre y a Constantino Mendoza con los guitarristas Lucho González, Naldo Campos, Bolívar Lara, Pedro Chinga y el Dr. Rodrigo Saltos.
La emoción se convirtió en escalofrío cuando releí la olvidada dedicatoria “al honorable periodista Señor Don bla bla bla” y en escaso espacio que quedaba, con la misma fina caligrafía, la firma y rúbrica: “Filemón Macías y Joza”. ¡El autor de “Rosales Mustios” y “Romance de la tejedora manabita” me había dedicado un disco y yo no me acordaba!
Entonces, algún lejano recuerdo se abrió paso. Efectivamente, yo estuve en casa de don Filemón, haciéndole una entrevista que se publicó en este diario porque me parecía que, ya viejo y casi ciego como estaba, la prensa local se mostraba indiferente con un compositor reconocido a nivel nacional y hasta fuera del país. ¿No decían que Ray Conniff había adaptado uno de sus pentagramas?
No hay más espacio pero ya me piqué. Volveré a abordar el tema de la música nacional.
 
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