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Tradiciones.
Una vasija sin fondo

“A don Telmito Mero, en cierta ocasión sus nietos le preguntaron por qué el pescado ‘Mero’ tiene el mismo apellido que ellos.

Sábado 28 Marzo 2015 | 03:00

Él cogió a sus tiernos nietos, en un total de siete, los sentó en la sala de su casa, aquella que está cerca de San Jacinto, y les relató sobre su apellido.
Decía que hace mucho tiempo, un muchacho pescador caminaba muy de mañana por las playas de San Jacinto; en esos tiempos, eran contadas las casas de los pescadores. A lo lejos allá por La Boca, vio a una hermosa mujer que cantaba con voz melodiosa, única, que nunca antes había oído cantar a alguien así; él se acercó, no se dio cuenta que era una linda sirena, su cuerpo blanco, con pelo largo, negro azabache, estaba enredado en un fino alambre. Se acercó a la bella sirena, con cautela, porque le habían contado sus abuelos pescadores sobre las apariciones de ella y que se comía a los hombres; con sus manos poco a poco comenzó a sacarle el alambre de su esbelto cuerpo.
Ella no se movía, sabía el favor que el muchacho le estaba haciendo; pero, una sorpresa se llevó al coger a la mujer en sus brazos y, al acostarla en la arena, las manos frías de la sirena le sujetaron el cuello. En ese momento le dijo: Por haberme salvado te concedo un don, ve y busca al alfarero más sabio de tu pueblo y dile que te haga una vasija de barro, sin fondo, y a los lados debe tener huecos, en total cuatro; en cada hueco, debe estar la figura de la Luna, el Sol, la Tierra y el mar.
Y, así, aquel pescador regresó a su casa y se puso a pensar en lo que aquella hermosa mujer le había dicho. Por la mañana del día siguiente, se fue a buscar al más sabio de los alfareros de su pueblo, de nombre Neptalí, le llamaban así por el néctar de sabiduría que salía de su boca cada vez que se le pedía un consejo, por su sapiencia en la elaboración de finas vasijas y por ser el curandero del pueblo.
Así Neptalí, a pedido del pescador, elaboró una fina vasija de barro, con aquellos cuatro huecos a los lados y sin fondo. Cada hueco le dio un significado: al este le dibujó el mar, al oeste le dibujó la Tierra, al norte la Luna y al sur el Sol. Al cabo de siete días, Neptalí le entregó la vasija al joven pescador, sin cobrarle nada...
Así, año tras año, en mi familia se contaba esta leyenda que hoy se las transmito a ustedes, mis nietos.”
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