Se han inventado tanto, que los días del calendario no dan abasto. 

Se avecina el Día de La Mujer.

Día que, de seguro, concita el interés de organizaciones, instituciones, asociaciones, colegios, agremiaciones, etc..

Y de seguro harán programas, se dirán discursos, se hablará sobre la importancia de la fecha. De sus orígenes.

Desde que en Copenhague, Clara Zetkin, un 8 de marzo de 1910, propuso, en el marco de la II Conferencia Internacional de mujeres socialistas, la celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

En estos 105 años de lucha.

A veces silenciosa, otras con mítines, amotinamientos, huelgas que lamentablemente ocasionaron la muerte de cientos de mujeres, recordaremos logros como el derecho al voto. A la formación profesional.

A ocupar cargos públicos.

Al trabajo.

A la no discriminación.

En fin, tantas y de hecho significativas acciones que han servido para dar pasos.

No tan agigantados como se hubiese querido.

Porque mientras exista una mujer sometida, ultrajada, vilipendiada, abusada, golpeada, maltratada, discriminada; este día estará todavía empañado por ese velo terrible de lo que ha significado ser mujer en un mundo concebido desde la visión del patriarcado.

Y aquí, sin tapujos, hablando con la verdad, ¿creen en realidad que hemos conseguido en nuestras sociedades occidentales esa igualdad en derechos y equidad de género?

¿O simplemente como mujeres hemos duplicado nuestro trabajo, por el hecho de decir que somos profesionales como el hombre y que podemos trabajar en cualquier lugar y ganar lo mismo o más que ellos, porque estamos preparadas para hacerlo? 

La pregunta, ¿cuántas de nosotras debe seguir en los hogares haciendo lo que se la ha destinado desde siempre a la mujer?

¿O es que acaso se ha logrado dividir con el hombre esas actividades puertas adentro?

¿O si hemos logrado liberarnos de ellas es porque las hemos trasladado a otras mujeres a quienes pagamos un salario de nuestros sueldos?

Aquí y allá se siguen cometiendo actos violentos contra la mujer.

No podemos hacer nada con lo que les ocurre en otras sociedades.

Allá se esgrime el respeto a sus culturas. Allí los cambios deben darse desde adentro.

Mientras tanto somos simples observadoras de las atrocidades a las que las someten.

A veces siendo aún niñas. 

Sólo leerlo me horroriza.

Y es por eso pienso que este día, lo podremos festejar en grande cuando se logre esa igualdad que tanto anhelamos.

Esa libertad que sólo se consigue en base del respeto al otro.

Cuando prime la verdadera igualdad y justicia.