Actualizado hace: 940 días 22 horas 53 minutos
Le robaron luego de un choque en vez de ayudarla

Han pasado casi dos años pero Ana Alvarado Intriago recuerda como si hubiera sido ayer el momento en que el bus en que viajaba chocó contra un volquete.

Viernes 27 Febrero 2015 | 04:00

“Yo venía detrás del primer asiento. Me percaté que el chofer por momentos se ‘cabeceaba’ del sueño y finalmente llegó el accidente”, cuenta Alvarado.
El choque ocurrió en el sitio El Junco de Tosagua, la madrugada del 22 de abril del 2013.
La mujer dijo que al momento del impacto, como si se tratara de un objeto más, su cuerpo salió expulsado e impactó contra la parte trasera de otro asiento. Esto provocó que quedara sangrando, con un profundo corte en la cabeza y todo el cuerpo golpeado.
“Lo único que pensábamos (los pasajeros) era en salir del bus para pedir auxilio, pero el dolor era muy fuerte, debido a los golpes; sin embargo, como pudimos nos ayudamos para salir”, detalló la mujer.
Les robaron. Al estar en la carretera, Ana vio como una bendición que mucha gente detuviera sus vehículos. Ella pensó que era para ayudar a los heridos, pero estaba equivocada. Les robaron.
“La gente se llevaba lo que podía, maletas, ropa y todo lo que encontraban. Hasta que llegaron los bomberos y la Policía”, explicó Alvarado.
Según la afectada, luego de un buen tiempo fueron atendidos por los paramédicos, quienes tras estabilizarla la trasladaron al hospital de Rocafuerte y a otras víctimas las llevaron a atender en Tosagua.
“Me dolía todo el cuerpo. Solo esperaba llegar al hospital para ser atendida, pero recordé que llevaba unos 600 dólares en mercadería (ropa) en el asiento en el que iba y me quise parar. Les dije a los paramédicos que se había quedado mi bolso, que me lo iban a robar, pero no me dejaron bajar de la ambulancia”, explica la mujer.
Agrega que en el bus viajaban varias personas conocidas como abogados y una monja, quienes también quedaron afectados, pero no supo después cuál fue la suerte de ellos.
Luego de salir del hospital, Ana Alvarado tenía una gran cicatriz en la frente que con el tiempo ha ido haciéndose menos notoria; además, un fuerte golpe que recibió en una de las piernas la tuvo por cerca de dos meses sin poder caminar.
Alvarado asegura que sigue viajando en buses, pero ahora toma muchas precauciones antes de embarcarse en uno de ellos.

“Las cooperativas de transporte deberían ser conscientes de que los choferes son seres humanos y que también los transportan;  sin embargo, los obligan a realizar largos recorridos y en muchas ocasiones a los conductores los vence el cansancio y es cuando ocurre la tragedia”, reflexiona. 

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