A estas preguntas se suma otra: ¿ Podemos esperar algo más que vivir apenas setenta o ochenta años y luego morir?
La situación se vuelve aún más apremiante, cuando nos damos cuenta de lo corta que es la vida.
Desde luego, no es necesario verle la cara a la muerte para plantearle la razón de nuestra existencia por las desilusiones.
O por la reflexión sobre la vida que llevamos o puede ser un incentivo para hacerlo.
Todos somos iguales, no importa dónde naciste, la raza ni el color de la piel.
Debemos dejar que las diferencias se las lleve el viento y vivir en un mundo de respeto al Creador, la patria, a la familia y semejantes.
Con derechos y leyes que regulen y nos digan cuáles son nuestros límites para no atropellarnos entre hermanos, como no ofender la estima y la honra de las personas que quieren triunfar en la vida.
Entonces la pregunta es:
¿Por qué la vida ha sido común en todas las generaciones? Buscarle sentido a nuestra existencia acelerando el ritmo de actividades nos dejará vacíos.
La vida suele compararse a un viaje.
Así como es posible emprender un viaje sin tener en mente un destino concreto, es posible ir por la vida sin conocer su verdadero propósito.
El deseo de comprender el porqué de nuestra existencia trasciende de las diferencias culturales o las barreras de la edad. Nace de una profunda necesidad propia de los seres humanos y una necesidad que puede quedar insatisfecha, aunque se tengan colmadas todas las necesidades materiales.
Si tenemos el deseo innato de vivir es interesante el deseo de saber cuál es el sentido de saber sobrevivir y hallar respuestas a nuestras preguntas.
Tras aludir a los avances científicos y tecnológicos que se han producido en el mundo, seguimos preguntando: “ ¿Quiénes somos? ¿por qué estamos aquí y hacia dónde vamos?”. Pero las personas sensatas consultarán la fuente más confiable: las sagradas escrituras.
Además, no olvidemos el agua limpia que se precipita sobre la tierra desde las nubes hace posible la vida en el planeta, para vivir en completa armonía con el prójimo, lo cual nos permitirá gozar de perfección, sin egoísmo, para satisfacer el anhelo espiritual que Jehová Dios ha implantado en cada ser humano; esa es la razón de nuestra existencia. ¿Será delito decir la verdad?