Karla tiene 19 años y dice que parece que ha ganado varios títulos de belleza. Cada vez que va por la calle le dicen “reinita”, “princesita”, “modelito”, entre otras palabras. 

Ella es una chica de estatura media, morena, con buen cuerpo y que le gusta vestir bien, claro, sin pasarse los límites del exhibicionismo, señala. 

A veces dice que viste con ropa cubierta y sale sin maquillaje, pero aun así los mecánicos del taller que queda cerca de su casa la molestan con piropos morbosos. 

A Érika una vez la asustaron. Iba caminando con un vestuario discreto y un hombre comenzó a decirle algunas palabras para llamar su atención. Ella siguió caminando, pero luego se dio cuenta de que la estaban siguiendo, pensó lo peor hasta que se perdió de la vista del sujeto.

La universitaria comentó que ésa no ha sido la primera vez que un piropo se ha convertido en morbo. En otras ocasiones le han dicho “¡qué buena que estás!”, “¡hola guapa, mi amor!”, “¡si cocina como camina, me como hasta el cocolón!”. Son expresiones que la han molestado mucho, pero asegura que son parte de la cultura de los hombres mantenses. 

“Ya nos hemos acostumbrado a vivir con eso, pero creo que sí debería cambiar”, dijo Érika.

>LO QUE DICEN LOS HOMBRES. Luis tiene cerca  de 40 años y admite que han existido momentos en los que se ha dejado deslumbrar por la belleza de una chica y se le ha salido uno que otro piropo que, asegura, no son groseros.

Dice que suele decir: “Hola amiga, qué guapa, ¿cómo está?”. Espera que lo miren, pero muy pocas veces sucede, y cuando pasa es para recibir un insulto.

“Recuerdo que una vez me gritaron: ‘¡Eres un estúpido y morboso!’”, dijo.

Agregó que si los hombres piropean es porque la belleza femenina les alborota las hormonas, y aunque haya algunos hombres que no lo digan, en su mente o con la mirada expresan lo que les provocó la mujer.

Lizette Gallegos, psicóloga, explica que el piropo es estudiado desde la psicología social que da el varón a la mujer en torno a la corporalidad y atractivo de lo femenino, y usualmente lo brinda un desconocido. La especialista enfatiza en que cuando el piropo transgrede la línea del coqueteo se constituye en una agresión a la integridad de las mujeres por su alto contenido sexual.

En eso está de acuerdo Roque, él es taxista y asegura que no está en el grupo de los que dan piropos. Cree que actualmente éstos ya no existen y que lo que los hombres dicen muchas veces son groserías.

“Ahorita el caldo no importa, la mayoría de los compañeros van directo a la presa”, señala Roque.

Según un estudio de la universidad Abierta Interamericana de Argentina, 59,2 % de las mujeres que fueron “piropeadas”, o sea seis de cada diez, manifestó haberse sentido incómoda e intimidada con el supuesto “piropo”.