Una sociedad menos conservadora, cierta falta de principios y pérdida de valores son algunas de las causas por las que se producen estas llamadas relaciones disfuncionales, aseguran psicólogos y profesores de colegios, donde también se están evidenciado estos casos, por ejemplo peleas entre hermanas, o madre e hija por un hombre.

Madre e hija. “Karla”, nombre protegido, tiene 42 años, y creía que ya tenía su vida resuelta.

Había criado dos hijas y estaba decidida a oficializar la relación junto a su nuevo compromiso “Juan”, con quien convivía desde hace cinco años. 

Los problemas comenzaron cuando descubrió un positivo en su prueba de embarazo y, como si fuera poco, a los dos meses, su hija le informó que además iba a ser abuela.

Tanto ella como su hija “Klery”, de 17 años, estaban embarazadas, pero en vez de compartir el proceso y soñar con sus hijos, se creó un conflicto que terminó en agresiones. 

“Klery”, su primogénita, tendría un bebé que sería hermano del niño que llevaba en su vientre. 

“Juan” había estado saliendo con las dos al mismo tiempo. 

Esta historia, como era de esperarse, no tuvo final feliz. El nuevo hogar ahora lo conforman “Klery” y “Karla”, junto a sus hijos. Ellas lograron desvincularse de “Juan”.

Otro caso. Él tenía 25 y era soltero, ella más de 42 años y dos hijos de su relación anterior.

“Carmen”, nombre protegido, tenía una hija de 16 y un hijo de 15. Ella había puestos sus ojos en un hombre que era ajeno: el esposo de su primogénita.

Así, “Pedro”, con la hija de “Carmen” tuvo dos niños y vivían en un barrio, cuentan los vecinos.

“Carmen” y “Pedro” al final terminaron teniendo una relación prohibida. Eso duró más de un año.

La hija no se enteró de dicha infidelidad hasta el año pasado, y allí comenzaron los problemas.

La familia se separó. Él se fue a trabajar a otra provincia y “Carmen”, con su hija y sus nietos, por separado, también se fueron del lugar donde vivían. 

La historia ahora es “analizada” por los vecinos del sector donde ocurrió el hecho, que no salen de su asombro por esta relación prohibida que acabó con una familia.

Explicación. Ángela Mero, especialista en estos temas, explica que al ser infiel o fallar se desvanecen los principios y convicciones que fueron inculcados por los padres. 

Según ella, las personas que están viviendo este problema posiblemente se criaron en un ambiente con patrones conductuales que les hicieron desarrollar trastornos de personalidad y confusión en sus sentimientos. 

Asimismo Juan Daniel Terán, psicólogo clínico, manifiesta que es necesario que una madre se comporte de una forma más seria para evitar estos problemas. 

“Deben saber que una madre no es una amiga y, por lo tanto, no debe actuar como tal. Siempre debe mantener el respeto ante todo. Madre es madre, no amiga”, recalca el profesional.

Este tipo de relaciones amorosas conflictivas, según docentes de educación secundaria, también ocurren en los colegios.

Allí llegan adultos de más de 40 años, en carros, a ver a las estudiantes, y no necesariamente son los padres. 

Una de las maestras, la cual prefiere no identificarse, menciona que el hecho fue contado al padre de la alumna e indicó que conocía a la pareja de su hija y que les ayudaba económicamente, por lo que lo aceptaba.

Rivalidad. Otro de los problemas por el que se producen las infidelidades en las familias, indica Terán, es la rivalidad, tal y como es la historia de las hermanas “Mariana” y “Lorena”, nombres protegidos. 

“Manuel” se casó con “Mariana” en una boda a lo grande. En dos años que duró el matrimonio, tuvieron como fruto un hijo. 

Sin embargo, un día, ¡la bomba explotó!, cuenta uno de los familiares. 

“Lorena” esperaba un hijo de “Manuel”, su cuñado. Toda la familia se “horrorizó de ese hecho”, indica. 

Las hermanas se separaron por un tiempo, pero, al final, lograron superarlo y hoy “Lorena” y “Manuel” tienen una familia estable que, según el familiar, es mucho mejor que la anterior. 

Mariana, por su parte, tiene una nueva pareja, con quien logró rehacer su vida.