Para la historiadora Libertad Regalado, la declaración realizada por la Unesco constituye un reconocimiento a una de las manifestaciones culturales ancestrales de Ecuador, que naciendo en Manabí se expandió a otros pueblos dentro del país y fuera de él. Además, la salvaguarda de esta manifestación conlleva realizar acciones para su preservación, las que pueden darse desde los propios actores y de los gobiernos locales, así como también de los organismos nacionales.

Regalado dice que la forma salvaguarda y declaratoria ayuda a mantener la manifestación, pero ante todo a mejorar la calidad de vida de las personas. Según la historiadora, esto indica que la Unesco concibe al patrimonio ya no como valor y objeto de consumo donde la dimensión estética era fundamental, sino desde una nueva forma de concepción más humanizada, donde el valor se concentra en el uso del bien que dan las personas y de cómo éste mejora la vida de esa comunidad. “En este sentido, todavía falta mucho por realizar en nuestra provincia con todas las comunidades involucradas en el tejido del sombrero fino”, recalca. 

PROCESO. Libertad Regalado estuvo involucrada en el proceso de recolección de datos sobre el sombrero de paja toquilla en la provincia, información que fue enviada a la Unesco por parte de las autoridades nacionales. La acción fue liderada por el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC). Regalado explica que en el año 1998 empezó a rescatar la memoria histórica del  proceso de elaboración del sombrero con la fundación Cerro Verde, del cual surgió un folleto llamado  “Manabí, una Historia de Toquilla”. 

Regalado aportó también con su libro “Las hebras que escribieron nuestra historia”, dicho informe contribuyó para que el sombrero obtuviera la Salvaguarda y Declaratoria. Asimismo, dicho proceso de recolección de datos se desarrolló en otras provincias.

SOBRE EL PRODUCTO. Ramiro Molina, historiador, comenta que el sombrero de paja toquilla es un distintivo nacional, pero a su criterio  se debe impulsar más este arte que tiene su origen en la provincia. 

Molina expresa que este producto comenzó a elaborarse en Jipijapa, pero que la confección y comercialización del sombrero en Montecristi se dio a finales del siglo XVIII. 

El historiador señala que para mediados del siglo XIX la mayoría de la población de Manabí se dedicaba al tejido del producto, en especial las mujeres, “epoca en que se da el gran auge del sombrero”, añade. 

Molina asegura que los comerciantes que tuvieron mucho exito con este producto fueron el padre de Eloy Alfaro, Manuel Alfaro y González, y el cacique Quijije. El historiador dice, asimismo, que los colombianos fueron los primeros en comercializar este producto.