Todas estas unidades, más otras de las cooperativas independientes como Reina del Camino, Flota Imbabura, Panamericana y Transesmeraldas, son sometidas a una revisión “tecnomecánica”. Esto consiste, explica Briones, en verificar el buen estado de luces, llantas, parabrisas y guías. Si se detectan fallas el bus es retenido hasta que se mejore su condición.  

El agente recordó que esta misma inspección se realizó al bus de la cooperativa Panamericana, que la madrugada del sábado cayó a un abismo en la vía Alóag-Santo Domingo y dejó 15 personas muertas. Pero un informe de la Agencia Nacional de Tránsito (ANT) reveló que la unidad tenía problemas en los frenos.  Ante este hecho, Briones aclaró que los agentes no hacen una revisión “profunda”, ya que no conocen mucho de mecánica. Él cree que si conocieran más del tema se podrían evitar otros accidentes.  

Alcoholemia. Mónica Chávez, agente de Tránsito y quien supervisa la prueba de alcoholemia en los conductores, revela que al mes hay un promedio de 20 choferes que no pasan el examen. Es decir, que tienen rastros de licor en su cuerpo. Ante este hecho, quedan prohibidos de conducir. 

Lo alarmante para Chávez es que aún hay choferes “inconscientes” que intentan manejar después de haber ingerido algún tipo de licor. 

El Código Orgánico Integral Penal sanciona hasta con 30 días de prisión a quien conduzca un bus con llantas lisas. Quien lo haga después de haber ingerido licor pagará entre 340 dólares y mil dólares de multa, más prisión y reducción de puntos en la licencia.