Es lo mismo que ha ocurrido y ocurre con cierta periodicidad con los precios de otros bienes primarios de exportación que tienen un comportamiento cíclico: en ciertos momentos están al alza, en otros a la baja. Pero el padecer de quienes exportan estos bienes  no viene estrictamente por el precio. Proviene básicamente porque han hecho de la venta  de aquel producto la principal fuente de sus ingresos. Venezuela es ahora un ejemplo.

Los exportadores y productores de camarón, por ejemplo, cuando llegó la enfermedad de la mancha blanca, sufrieron. Sí, pero, ¿quiénes sufrieron más? En términos generales, todo: a nadie le gusta que se reduzca el precio de lo que  vende. Pero los que padecieron en grande fueron aquellos que no pidieron resistir la arremetida de la enfermedad porque dependían exclusivamente de los ingresos del camarón. Es decir, no disponían de otras fuentes que les ayude a amortiguar los efectos de la enfermedad ni ahorro suficiente para resistir las bajas ventas. El tiempo demostró entonces que aquellos que no estaban preparados para una crisis de la magnitud que fue o salieron del negocio o tuvieron que enfrentar grandes problemas por las deudas en las que habían incurrido. En cambio, los que sí tomaron precauciones se consolidaron en el negocio, lo diversificaron aún más y la crisis originada  por la “mancha blanca” más bien los ayudó para tomar nuevas posiciones. Igual pasó con los exportadores de café o cacao cuando por una o varias circunstancias los precios se cayeron. Resultados: los mismos de siempre: unos tuvieron que salir del negocio con problemas y otros lo enfrentaron airosos.

Estoy seguro que lo mismo va a ocurrir ahora con la crisis del petróleo. Los países o negocios que sólo dependen de la exportación de este mineral y que además no pueden tomar medidas para compensar la baja de ingresos por la reducción del precio del barril,  la van a pasar muy mal. Pero los que han ahorrado o tienen fuentes alternativas de ingresos, esta crisis será pasajera, manejable y no causará efectos traumáticos. ¡Pobre Venezuela!