No sabría cuantificar las obras que merece tener Crucita, lo cierto es que ha estado creciendo en población y en ornato de manera desordenada por la pasividad de sus dirigentes locales, del cantón y el descuido de sus autóctonos habitantes; pero también de los migrantes que una vez radicados, no han sabido valorar este hermoso lugar tranquilo y acogedor.
Todo aquello ha servido para que este inigualable sitio, esté descuidado y sufriendo los embates de la naturaleza que cada año y en cada invierno el mar le está quitando apresuradamente un poco de su amplia playa - como la tuvo hace 50 años.. Ya no es “Crucita la bella”, como un inspirado personaje la denominó, sólo es un rincón que nos invita al descanso, a la meditación, al recuerdo; pero que sólo está cubierto con el manto gris de las promesas y el olvido, producto de los ofrecimiento de campaña de los políticos de siempre. Los que vivimos en este cantón no debemos olvidar, que para lograr estar legalmente considerado como parroquia, actuaron frontalmente un grupo de personas decididas y futuristas que bien argumentados presentaron propuestas contundentes ante las autoridades competentes, con el fin de convencer a muchos ciudadanos, que en esa época se oponían a tan importante proyecto de creación de este balneario como parroquia de nuestro cantón Portoviejo. Fue el resultado de una gran lucha de visionarios portovejenses como el Dr. Jacinto Kon Loor, exalcalde del cantón Portoviejo, en la época de dictadura militar, que pusieron la mirada al futuro turístico de los que vivimos en este cantón y para que también disfrutaran los visitantes de otros lugares del país y el extranjero.