Luego de 150 años una comunidad de monjas enclaustradas abrió las puertas de su monasterio, en el centro de Quito, al celebrar un año más de su llegada al Ecuador. Las Madres Agustinas, expulsadas de Popayán de Colombia por una ley que prohibía el enclaustramiento, se instalaron en Ecuador en 1864. Actualmente, apenas siete religiosas, dos de ellas octogenarias, habitan el convento.